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RÓTERDAM 2015 Competición

Impressions of a Drowned Man: el suicidio, ese eterno reinicio

por 

- Kyros Papavassiliou revisita el poeta griego Kostas Karyotakis en una insólita película que opta los Hivos Tiger Awards

Impressions of a Drowned Man: el suicidio, ese eterno reinicio

El director chipriota Kyros Papavassiliou está en el 44° Festival de Róterdam para presentar su primer largometraje, Impressions of a Drowned Man [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
. En competición por los Hivos Tiger Awards, la película es un objeto extraño sobre una búsqueda de identidad y sobre una fatalidad impuesta. ¿Pero qué pasaría si la identidad, contra todas las expectativas, fuera la de un poeta ya muerto? ¿Y qué pasaría si la fatalidad impuesta fuera la recreación de un suicidio?

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Estas son las premisas a partir de las cuales Papavassiliou ha construido el insólito guión de su película. Un hombre (Thodoris Pentidis) despierta en una playa y se entera de que no tiene memoria. Siguiendo a otro hombre, que le confiesa ser actor, acaba por llegar a una ciudad cercana. Allí, todos aquellos con que se cruza –desde una ex novia hasta por sus padres– le confirman que sí, que él es Kostas Karyotakis, un poeta griego que se suicidó en 1928. Pero si así es, ¿que hace él allí? En cada nuevo aniversario de su muerte, ¡Karyotakis vuelve al presente para revivir sus últimos momentos antes de volver a suicidarse! O por lo menos, eso nos quieren hacer creer.

Sin dar pistas sobre si lo inusitado de la trama se debe a una esquizofrenia del personaje o a un mundo de realidades paralelas, la película desarrolla su acción entre un ambiente fantástico y varias incursiones poéticas explícitas que no dejan de evocar –incluso con leyendas en la pantalla– partes de la obra y de la carta de suicidio del poeta.

En la vida real, Karyotakis intentó sin éxito el suicidio por ahogamiento. Después terminó disparándose a sí mismo. En su carta de suicidio hay un post scríptum, citado en la película, que recomienda a todos los que sepan nadar que no intenten suicidarse por ahogamiento, ya que, en su caso, el organismo había contrariado su voluntad. Después añade: “Quizás un día, si hay oportunidad, podré escribir las impresiones de un ahogado”. En la película, esa oportunidad se le presenta, o incluso se le impone, pero el supuesto poeta resiste a hacerlo, y resiste incluso a volver a suicidarse. Parece que después de casi 90 reencarnaciones en el aniversario de su muerte, Karyotakis quiere por fin rehusar el destino y escapar al museo de los poetas que se suicidaron: ese museo tan tétrico donde Papavassiliou coloca bajo el mismo techo las recreaciones de Sylvia Plath, Vladimir Mayakovsky o Paul Celan, entre otros que han visto en la muerte voluntaria la única salida para sus inquietudes.

Aunque inventiva y bien documentada, Impressions of a Drowned Man tiene un enfoque contemplativo y excesivamente kafkiano que no consigue seducir totalmente al espectador. Si es verdad que logramos entrar en su juego laberíntico, también es verdad que la sensación que nos deja al final es la de un vacío incómodo, igual a esas salas vacías que constituyen los últimos planos de la película.

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