09/10/2015 - Después de toda una serie de oscuros cortos y del incómodo largometraje Monteur, Tom Geens explora hasta qué punto el cine puede impactar con los mínimos medios

En algún lugar de la sección de amor del 59º London Film Festival se encuentra una coproducción entre Francia, Bélgica y el Reino Unido de lo más maravillosamente atípico. Centrándose en un turbulento relato de adoración por fruto del dolor al que ha contribuido generosamente Ben Roberts (director de los fondos de la lotería para el cine del BFI), Tom Geens demuestra sin duda en Couple in a Hole [+lee también:
tráiler
entrevista: Tom Geens
ficha de la película] la diversidad de interpretaciones del amor que pueden darse en un festival. Pero es que esta sección toma un cariz particular este año, ya que todas las películas de temática amorosa respaldadas por el BFI inundarán entre octubre y diciembre los cines del Reino Unido. Couple in a Hole constituye el emocionante arranque de esa temporada.

El fondo audiovisual de Flandes también ha apostado por el regreso de Geens a la gran pantalla dejando su propia impronta: se presta una atención inmensa a la calidad y a la claridad de las imágenes, arrojando un resultado de lo más fructífero. El acercamiento concienzudo del director permite que su historia de una pareja escocesa que vive en un agujero adquiera un cariz glorioso y casi trascendental. Esto es especialmente cierto en la medida en que la cinta está en muy buena medida ambientada en la región francesa de Mediodía Pirineos, de la que presenta una inolvidable y ritual orgía de paisajes verdes.

Iniciada con esta impronta atemporal, la película nos presenta a John (Paul Higgins) y a Karen (Kate Dickie) pasándolas canutas para sobrevivir con su estilo de vida a base de la caza, lo que parece sugerir que, misteriosamente, han llevado la voluntad de vivir fuera de toda red social hasta sus últimas consecuencias. En estas primeras escenas, el director belga deja claramente su habilidosa huella tras la cámara al hacer hincapié en nuestro desagrado: nos arroja visceralmente a un mundo de fango, larvas que salen a la luz y entrañas de conejos, centrándonos en las manos de los personajes y convirtiendo Couple in a Hole en una experiencia asombrosamente abrasiva.

Sin embargo, el retiro de esta pareja a una existencia primigenia no es tan intemporal como parece. Viven muy anclados en el presente y los planes y los problemáticos pueblerinos no dejan de entrometerse en sus vidas. Así es como la cinta adquiere un tono amenazante de teatro del absurdo. Pero Couple in a Hole no es absurda: las acciones de los personajes siempre tienen una razón detrás, así como también la tiene su retirada: solo es preciso esperar que salgan, lentamente, a la luz. Con todo, las similitudes con lo absurdo existen, tanto el aspecto de los personajes como la manera en que se cuenta la historia, llena de atípicos dobles sentidos.

Esto convierte a Couple in a Hole en un proyecto fascinante, pues parece explorar hasta qué punto el cine puede despojarse hasta unos elementos apenas conceptuales y cómo la tensión narrativa y la forma de atrapar al público puede contribuir a ello. Una manera exitosa de ese proceso es el uso, maravillosamente envolvente, que hace Beak de sus sintetizadores, pegándolos a la narrativa y produciendo un efecto mucho mayor que la típica pieza de piano aburridamente emotiva que uno puede encontrase en las producciones más recientes de Hollywood.

Con su productora, The Chicken Factory, Geens parece determinado a oponerse a ese tipo de cine que la American Dream Factory se empeña en ofrecernos. El director sigue negándose a mentirnos con relatos de realización total, invitándonos a ser testigos de acontecimientos abiertamente desagradables, inestables y perversos con los que, a la vez que nos hace avergonzarnos, invierte en una forma diferente de hacer cine.

Couple in a Hole la distribuirá en el Reino Unido Verve Pictures.

(Traducción del inglés)