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PELÍCULAS España

La academia de las musas: la invención del amor

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- El maestro de la independencia José Luis Guerín factura una película hablada, a medio camino entre la ficción y el documental, que filosofa sobre el origen de la pasión y el deseo

La academia de las musas: la invención del amor

Un amigo cinéfilo de quien firma estas líneas exclamaba “¡Cuánto daño ha hecho al cine Eric Rohmer!”, bromeando, cada vez que veía una película que basaba la transmisión de su mensaje no en las imágenes, como obligan los ortodoxos del séptimo arte, sino en la verborrea incontenible de sus personajes. Algo así se puede achacar tanto a Woody Allen como a Ingmar Bergman, geniales a la hora de escribir diálogos que no sólo hacen reír o llorar, sino que dejan que turbulentas aguas subterráneas humedezcan sus cimientos. El catalán José Luis Guerín, que en su anterior película de ficción, En la ciudad de Sylvia [+lee también:
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(2007), apenas permitía que sus actores dijeran “esta boca es mía”, parece compensar aquella sequía de diálogos yéndose al polo opuesto con su nueva película: La academia de las musas [+lee también:
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entrevista: José Luis Guerín ­
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Un profesor (Raffaele Pinto) habla y sus alumnos –mayoritariamente mujeres– le escuchan para, a continuación, reflexionar en voz alta y discutir sus argumentos. Estamos en un aula de la Universidad de Barcelona, en un seminario sobre poesía donde la sombra de la Divina comedia de Dante es alargada. Los espectadores nos convertimos en un alumno más, silente, que observa lo que parece un documental, como lo era el magnífico En construcción, que le reportó a Guerín el Goya en 2002 en esta categoría.

Pero cuando, después de la clase, el profesor, en su casa, mantiene una charla tensa con su mujer, con la sombra de la sospecha y el escepticismo muy presentes, empezamos a adentrarnos en un diluido campo ficcional. La cámara entonces empieza a asentarse detrás de un cristal –la ventana de un piso o un coche– dejando a sus personajes encerrados en peceras en las que se refleja el mundo exterior, al que nosotros pertenecemos y ellos parecen esquivar. Se produce así un curioso juego de espejos que irá salpicando un discurso que desgrana, entre otros temas intelectuales, el papel que juegan las musas en la vida de un artista, teoriza sobre la invención literaria del amor y cuestiona el (¿noble?) poder seductor de la docencia.

Y todo ello hablando sin cesar: charlas entre el profesor y alguna alumna, entre él y su esposa o entre las participantes en el seminario, que discuten –en italiano, catalán y español– aspectos abordados en el aula; y en una cafetería, un vehículo o un parque, donde asistimos a la transmisión del legado cultural (y sentimental) de generación en generación cuando una mujer relata a su hija la leyenda de Dafne, Apolo y Cupido.

Guerín ha empleado una pequeña cámara y la ayuda de un equipo mínimo para rodar, entre Nápoles, Cerdeña y la Ciudad Condal, La academia de las musas, la primera película española que obtiene el Giraldillo de Oro en el Festival de Cine Europeo de Sevilla (leer más). Previamente este film recaló en Locarno (leer entrevista) y ahora se estrena en España para fascinar a los amantes del cine de Guerín (y Rohmer) e irritar a sus detractores (y a mi amigo).

De las ventas internacionales de esta producción de Los Films de Orfeo se encarga Perspective Films.

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