24/02/2016 - Llega a las salas francesas la nueva película sin concesiones de Emmanuel Finkiel, interpretada por un excepcional Nicolas Duvauchelle

Continuando su original trayectoria trajectoire originale ponctuée par Voyages (Premio Louis Delluc 1999 y César 2000 a la mejor ópera prima), Nulle part terre promise [+lee también:
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ficha de la película] (en competición en Locarno 2008 y premio Jean Vigo) y el documental Je suis (2012), Emmanuel Finkiel lanza hoy en las salas francesas su cuarto largometraje: Je ne suis pas un salaud [+lee también:
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ficha de la película]. La película, que recibió el premio a la mejor dirección y al mejor actor en el Festival de Angoulême, ha sorprendido a la crítica francesa, y será también en el programa de los próximos Rendez-Vous With French Cinema à New York (del 3 al 16 de marzo).

Profundizando hasta lo enfermizo la temática de la "relación entre uno mismo, la imagen que tiene uno mismo y la que tienen los demás de uno mismo", Emmanuel Finkiel dibuja un retrato sin concesiones del ser humano a partir de una historia para la que se inspiró en un acontecimiento que le sucedió a una persona cercana a él. "Uno de mis amigos, que se llama Ahmed, desapareció del mapa durante seis meses. Cuando reapareció, me contó lo que le había pasado: un tipo había sido gravemente agredido en el edificio de los suburbios en el que vivía, y había escuchado pronunciar su nombre cuando fue a buscar tabaco. La policía había arrestado a todos los Ahmed de sus suburbios y el agredido estaba decidido a reconocer a mi amigo como el culpable, aunque la investigación lo alejara poco a poco de serlo. Esta persona me intrigó rápidamente. ¿Quién podía ser? ¿Por qué esta perseverancia? Es a partir del enigma que representaba para mí este pobre tipo que se esbozó mi deseo de hacer esta película, un tipo al que llamé Eddie y que se convirtió no solo en el personaje principal, sino a través del cual todo se vive". 

El director continúa explicando "Eddie (interpretado por un extraordinario Nicolas Duvauchelle) es un personaje complejo y repleto de contradicciones y defectos. Y no hacemos nada por arreglarlos o enmascararlos: pone al espectador frente a un espejo nada agradable, ya que sus cobardías y sus aspiraciones poco confesables no están lejos de las nuestras, las que de hecho intentamos ocultar”.

Je ne suis pas un salaud, que trabaja en la muy delicada frontera de la empatía con un personaje de tal naturaleza, acaba siendo un sobrecogedor reflejo en forma de cinéma-vérité de la presión social. La película, en la que también encontramos a Mélanie Thierry y Driss Ramdi, ha sido producida por Thelma Films y la distribuye este miércoles Bac Films en 43 salas, al tiempo que la vende el extranjero.

(Traducción del francés)