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MÁLAGA 2016

Toro: atrapado por su pasado

por 

- El segundo largometraje de Kike Maíllo es un vibrante, violento y trágico thriller que saca jugoso partido estético y narrativo de la peculiar arquitectura turística española

Toro: atrapado por su pasado
Mario Casas y Luis Tosar en Toro

Kike Maíllo quiere que desde los títulos de crédito de Toro [+lee también:
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, su segundo film tras Eva [+lee también:
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, aquel deslumbrante debut de hace cinco años, entremos en un estado de ánimo donde el entorno jugará un papel revelador. Esos rótulos iniciales son una maravilla creada por Fernando Domínguez, que regresa así a la postproducción, y no tienen nada que envidiar a los de tanta alabada teleserie norteamericana. Asimismo, los escenarios, espacios y localizaciones de la tremendamente bella y a la vez monstruosa Costa del Sol condicionan, como en una novela de J.G. Ballard, el desgaste mental del personaje central, encarnado por Mario Casas.

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Toro es un joven que ha rehecho su vida tras un incidente que le llevó a pasar una larga temporada en la sombra: ahora tiene un trabajo legal y una novia luminosa (interpretada por Ingrid García Jonsson), lejos de aquel pasado delictivo que quiere dejar definitivamente atrás. Pero su hermano López (Luis Tosar), involucrado en asuntos sucios con Romano (José Sacristán), quien ha secuestrado a su hija adolescente (Claudia Vega), acudirá en busca de ayuda para arrastrarle, en contra de su voluntad, a una espiral descendente de huída, trampas y violencia.

Con guión de Fernando Navarro (Anacleto, agente secreto [+lee también:
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) y Rafael Cobos (La isla mínima [+lee también:
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), Toro es una apuesta arriesgada por un cine de género con hechuras diferentes, que van desde el uso atmosférico del color en ciertos espacios para crear estados mentales cercanos a la locura y la desesperación, a apostar por un músico tan heterodoxo como el cantante pop Joe Crepúsculo –curtido creando sintonías para spots- para elaborar una banda sonora personalísima, con momentos de aroma clásico y otros lisérgicos gracias al uso de un órgano que parece poseído por la demencia. 

Todo ello hace de Toro una rara avis en el cine español, mucho más osada que recientes thrillers de éxito como El niño [+lee también:
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 o La isla mínima, pues sus referentes miran más al polar, al Scorsese de Uno de los nuestros o a extravagancias magníficas como Sexy Beast, de Jonathan Glazer. Aquí también la trama nos sumerge en los horteras bajos fondos de la mafia, que en España se lucra del turismo costero, ése que levantó un paisaje colosal que devoró parajes naturales únicos, sin ninguna piedad. De esa virtud también carece la galería de personajes que nos dibuja el film, reflejo de este país cainita que siempre ha sido España, donde por dinero o poder se vende a un hermano o se traiciona a un padre.

La violencia seca irrumpe en las escenas más agresivas; un fatalismo inculcado desde la cuna persigue al torrencial protagonista, acuciado por ese reloj que le recuerda que el tiempo no perdona; y todo este frenesí, testosterona, determinismo y tragedia contagian a este digno film que inaugura este viernes 22 de abril el 19 Festival de Málaga – Cine Español: en la propia playa de la Malagueta tiene lugar una de las persecuciones automovilísticas más vibrantes de esta cinta que este mismo fin de semana llega a las salas de cine españolas. 

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