25/04/2017 - Frédéric Favre afronta en su nueva película, presentada en la sección Grand Angle del Visions du Réel de Nyon, otro ejercicio cinematográfico extremo

Fiel a un festival al que se encuentra especialmente ligado (Cyclic arrancó su periplo festivalero en Nyon justamente), Frédéric Favre ha decidido presentar en el Visions du Réel (en la sección Grand Angle) su última película. El público de Nyon ha podido descubrir en una premiere gratuita la misteriosa Encordés [+lee también:
tráiler
ficha de la película].

Encordés es una cinta que recuerda la majestuosidad de los relatos de los grandes aventureros como Cousteau, si bien sus protagonistas no tienen (aparentemente) ninguna dimensión mítica o heroica. Reagrupados en tres grupos heterogéneos tanto entre sí como en su seno, los héroes cotidianos de Frédéric Favre se preparan para afrontar la mayor aventura de sus vidas: la patrulla de los glaciares, la carrera de montaña más dura que existe (originalmente reservada a militares profesionales). 53 extenuantes kilómetros separan Zermatt y Verbier. La “gran patrulla” (que se distingue de la “pequeña patrulla” que parte de Arolla para llegar a Verbier) representa para muchos un desafío casi mítico, un objetivo que trasciende el “aquí y ahora” para acceder a lo absoluto. El propio Frédéric Favre ha participado tres veces en la competición, por lo que conoce bien lo que hay en juego. Su performance como director, pues se trata verdaderamente de una performance, como fiel compañero que transcribe en imágenes no sólo el majestuoso decorado alpino sino también y sobre todo los misteriosos paisajes mentales de los protagonistas (sus angustias, sus objetivos personales), lo convierte en un personaje por sí solo. El equipo de Encordés se transforma, en este sentido, en la cuarta patrulla, dispuesta a desafiar a los enigmáticos Alpes.

Más allá de la innegable dimensión deportiva que la película nos regala con el relato de una preparación minuciosa, casi monástica, a medida que la cinta avanza, la dimensión humana y psicológica de cada uno de los protagonistas se coloca en el centro de la escena. ¿Cuáles son las verdaderas razones para imponerse semejante martirio físico? Con las imágenes meditativas, majestuosas y silenciosas de los excursionistas a través de las fuerzas de la naturaleza, se liberan sus angustias como señales sobre una nieve tan ligera como peligrosa. A cada uno lo mueven razones diferentes: la reunión con un padre alpinista desaparecido, el probarse a uno mismo que es capaz de llevar a cabo algo inmenso a pesar de acarrear un pasado poco glorioso o la necesidad de perderse en un esfuerzo extremo. Los protagonistas de Encordés luchan literalmente por la propia vida para recuperar la continuidad de una trayectoria vital vacilante.

No se desvela más de lo que las palabras pueden expresar. Es mediante la observación atenta de sus gestos como Frédéric Favre accede a las angustias más profundas, transformando su performance en una necesaria catarsis. Como toda solución extrema, ésta no aparece desprovista de riesgos, empezando por, como lo dice explícitamente (y con razón de causa) el excursionista más joven, el de no ser capaces de “tolerar” el mundo “real”, una cotidianidad repentina y sobrecogedoramente banal. Las imágenes majestuosas que presenta el director se transforman, así, en una metáfora de renacimiento: de la oscuridad de un útero montañoso, tan protector como amenazador, a la luz de un futuro tan maravilloso como angustioso. ¿Quién podrá continuar por sí solo la aventura de la propia vida?

Encordés es una producción de Lomotion (que también gestiona sus ventas internacionales), RTS, SRF, SRG SSR y Bayerischer Rundfunkt.

(Traducción del italiano)