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CANNES 2017 Competición

Hacia la luz: la esperanza de vivir

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- CANNES 2017: Francia coproduce lo nuevo de Naomi Kawase, que compite en Cannes con una película preciosa, delicada y conmovedora, conceptual y sentimental, sobre la minusvalía sensorial

Hacia la luz: la esperanza de vivir
Ayame Misaki y Masatoshi Nagase en Hacia la luz

"Captar el instante del perfecto equilibrio en que todo se convierte en uno". Esta profesión de fe, que se desliza por uno de los personajes secundarios de Hacia la luz [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, el nuevo trabajo de Naomi Kawase, presentado a concurso en el 70º festival de Cannes, resume bastante bien la búsqueda cinematográfica de la directora japonesa, auténtica hija de la Croisette desde que ganara en 1997 la Cámara de Oro; no en vano, vinieron después cuatro candidaturas a la Palma de Oro, una de ellas, la de El bosque del luto, saldada con el Gran Premio, en 2007, así como una participación en Un Certain Regard. La cineasta, en efecto, se apoya en la filosofía existencialista sensorial para volver a buscar, como es su costumbre, el punto de contacto ideal entre la escucha, la observación, la imaginación, las ondas positivas de la naturaleza, el peso del ineluctable enfrentamiento con las debilidades y los límites de la existencia humana, la complicada conexión con el otro y la emergencia de emociones a menudo contenidas en grandes profundidades. Esta ambición tan amplia, que siempre ha venido acompañada de espoladas y experiencias más o menos logradas en sus obras precedentes, acaba conformando esta vez una película de gran porte que es, al mismo tiempo, una sutil reflexión sobre su arte.

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Misako Ozaki (Ayame Misaki) es la encargada de escribir las audiodescripciones de imágenes para invidentes cinéfilos para la empresa White Light. Entre los consultores que evalúan y guían su trabajo está Masaya Nakamori (Masatoshi Nagase), una estrella de la fotografía que está perdiendo la vista y que vive muy mal este devenir. Masaya intenta aprovechar los últimos resquicios de visión que le quedan para seguir utilizando su Rolaflex. Por su parte, Misako padece sobre sus hombros el peso de la pérdida de su padre unos años atrás y la angustia de la evolución de la enfermedad de Alzheimer que sufre su madre, quien vive bajo vigilancia en el campo a pesar de los consejos de llevarla a un centro. La película (escrita por la propia Kawase) se articula en torno al acercamiento progresivo y, en principio, conflictivo de estas dos soledades creativas, jugando puntualmente con el efecto espejo del melodrama de las sesiones de trabajo en que se afina la audiodescripción.

En su exploración del universo de la minusvalía sensorial y de una lucha semejante a la escultura de una magnífica estatua de arena destinada a la desaparición, Hacia la luz consigue hallar la armonía correcta entre los retos concretos de la narración (la degradación de la visión de Masaya y el despertar de los sentimientos de Misako por él) y las intenciones conceptuales de la directora. No cabe duda de que Naomi Kawase gana su apuesta, habida cuenta de que en la película oímos lo siguiente “expresarse con justedad es adueñarse de la ligereza sin destruir la gravedad”; y también: “una película es una inmersión en un mundo más grande que uno, una especie de mundo paralelo al que pertenecemos sin saberlo”.

Hacia la luz es una producción de la japonesa Kino Films y la parisina Comme des Cinémas que distribuirá en Francia Haut et Court y que tiene como agente de ventas internacionales a MK2.

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(Traducción del francés)

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