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PELÍCULAS Rumanía

Crítica: One Step Behind the Seraphim

por 

- Daniel Sandu crea desconcertante, peculiar y convincente en el que aprendemos lo que hay que hacer para llegar a cura en Rumanía

Crítica: One Step Behind the Seraphim
Ştefan Iancu en One Step Behind the Seraphim

Después de estudiar cinco años en un seminario de teología ortodoxa, Daniel Sandu decidió cambiar de carrera. Y para bien porque, de otro modo, más allá de algún que otro sermón emocionante, no habríamos tenido la oportunidad de disfrutar de su talento como contador de historias. Inspirada directamente en la experiencia del propio director en dicho seminario, One Step Behind the Seraphim [+lee también:
tráiler
entrevista: Daniel Sandu
ficha de la película
]
 crea un mundo desconcertante, peculiar y convincente en el que aprendemos lo que hay que hacer para llegar a cura en Rumanía.

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La historia del primer largometraje de Sandu se cuenta desde el punto de vista de Gabriel (Ştefan Iancu). Gabriel entra al campus del seminario en los años 90, cuando Rumanía se debatía entre continuos problemas económicos para consolidar la transición hacia la democracia. En este contexto, hacerse cura, líder de la comunidad, es visto como un trampolín para el futuro: la gente no deja de nacer, casarse y morirse y el sacerdote no deja de recibir su parte con cada servicio. Gabriel deberá hacer frente a una gran presión, fruto del programa tanto como de la influencia del Padre Ivan (un Vlad Ivanov que vuelve a firmar un papel de villano en su más pura esencia). Los planes y la falta de escrúpulos del Padre Ivan serán un tormento constante para Gabriel y sus compañeros.

Sandu navega muy bien por sobre los generosos contrastes del mundillo del seminario. A los alumnos se les considera “serafines” pero, ¿son tan puros como las criaturas celestiales de quienes toman prestado el pseudónimo? Nada más lejos de la realidad. La mayor pega que se le puede poner a la cinta es que no acaba de decidirse entre un thriller en el seminario o la clásica película de entrada en la madurez mientras nos interna hábilmente en el abismo entre la teoría y la práctica de un entorno en el que la pose, las pretensiones y la falsa piedad son la norma mucho más que la vocación.

One Step behind the Seraphim es, en definitiva, una historia sobre la traición: la traición de los sueños, de los amigos y de las expectativas. El seminario no es el lugar en el que las almas se elevan sino donde son aplastadas. Ayudado por las buenas interpretaciones de su joven reparto (a Iancu lo acompañan los talentosos Ali Amir, Alfred Wegeman, Ştefan Mihai y Niko Becker y varios otros que no sorprenderá si se convierten en figuras próximamente del cine rumano), Sandu muestra precisamente de qué manera la luz desaparece de la esperanzadora y confiante mirada de los protagonistas.

Por desgracia, la película habría podido aprovechar mucho otra traición: la traición del pasado. Sandu se empeña en mostrar lo que pasó en sus años de seminario, lo que hace que el guion gane un sobrepeso innecesario, manifestado en secuencias repetitivas, irrelevantes o demasiado predecibles. Con todo, su invitación al mundo serafín no debe rechazarse. Por muy distintas que hayan sido las vidas universitarias de los espectadores y los protagonistas, esos años están siempre llenos de normas, deberes, hormonas y jugarretas. One Step Behind the Seraphim, además, ofrece uno de los comentarios más ingeniosos del cine rumano y una escena de confesión fallida imperdible que provocará una eternidad de carcajadas.

One Step Behind the Seraphim es una producción de Hi Film Productions que ahora estrena en los cines de Rumanía microFILM. Su agente de ventas internacionales es Indie Sales.

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(Traducción del inglés)

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