10/07/2006

Por lo general, tras el festival, se realiza una evaluación sobre la calidad de las películas presentadas, sin embargo, Jiri Bartoska ha roto este año la tradición y, en vez de ello, ha prestado más atención a los estándares técnicos de su festival o, mejor dicho, a las carencias de éste.

El presidente del Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary y su comité de organización estaban furiosos porque, una vez más, tuvieron que escuchar las quejas sobre la condición en la que se encontraban las pantallas del festival. La principal, en el Hotel Thermal, aún necesita desesperadamente una renovación, al igual que el resto de los teatros de la ciudad donde se han presentado las cintas. Los organizadores sostienen que la mayoría se encuentran en el mismo estado que hace 12 años o más, incluyendo el teatro Cas, que se ha convertido en la etiqueta de esta guerra a causa del contrato de arrendamiento y sus anticuadas butacas nunca fueron cambiadas a tiempo para el festival.

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“Todo el mundo [que está involucrado] tiene que darse cuenta de que el festival está aquí para quedarse, que es un éxito y que nos ha llegado el momento de dar [al público] la calidad de nuestras películas con unos estándares técnicos adecuados”, dijo Bartoska, preocupado por el hecho de que los patrocinadores del festival puedan tener miedo en el futuro si no se llega a resolver el asunto.
Las responsabilidades de las mejoras técnicas de los teatros radica, en parte, en el ayuntamiento de Karlovy Vary.
La vicealcaldesa de la ciudad, Monika Makkiehova, reconoció a la Agencia de Prensa Checa que en la crítica de Bartoska hay “algo de verdad”. Prometió, en nombre del ayuntamiento, “tener solucionados todos los problemas relacionados con el teatro” antes de la 42 edición del festival, el 29 de junio del año que viene.

(Traducción del inglés)