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FESTIVALES Países Bajos

Cruzando fronteras en el Festival de Roterdam

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Las fronteras, ya sea para levantarlas o para derribarlas, juegan un papel principal en varias películas seleccionadas por el Festival Internacional de Cine de Roterdam.

La sección Spectrum contiene posiblemente el ejemplo más directo: el documental The Border, de Jaroslav Vojtek, que retrata la vida de Slemence, un pueblo que fue dividido en dos tras la Segunda Guerra Mundial, una parte en territorio checoslovaco y la otra en Ucrania. Sus habitantes, de etnia húngara, sólo podían ir a ver a sus familiares al otro lado de la frontera tras solicitar un visado en una ciudad que distaba 150 kilómetros de Slemence.

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Cuando Eslovaquia entró a formar parte de la Unión Europea y suscribió el acuerdo de Schengen, se modernizó la situación de la frontera, antaño con gran presencia policial, y se podía pasar de un lado a otro simplemente con un pasaporte. Pero no todo han sido cosas positivas, ya que parece que el contrabando de tabaco y gasolina ha ganado en importancia a las visitas familiares.

Rodada con medios muy humildes a lo largo de varios años, las escenas de familias divididas que se comunicaban a gritos separados por una barrera creada por el ser humano pueden parecer algo común en la iconografía de la Guerra Fría, pero Vojtek y su co-guionista Marek Lescak (autor asimismo de Blind Loves [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, presentada en Cannes) no pierden en ningún momento el contacto con la tragedia humana causada por una locura burocrática.

La eslovaca Leon Productions ha producido The Border y ejerce asimismo como agente de ventas internacionales.

La vida cotidiana de una comunidad pequeña pero dividida es también la protagonista de C’est Déjà L’été, del holandés Martijn Maria Smits, que compite por el premio Tigre. El realizador cruzó la frontera al sur de su país para rodar su ópera prima en Seraing, en la zona de habla francesa de Bélgica.

Conocida por ser el escenario de las películas de los hermanos Dardenne, Seraing se convierte en el lóbrego y desolado escenario de la historia de un padre en el paro, su hijo pequeño, que no encuentra un referente moral, y su hija, embarazada de su novio, que está en la cárcel.

Rodada en digital con un estilo nervioso, Smits analiza la insana dinámica familiar en la que cada uno explora y defiende sus propios espacios. Las tomas en Super-8 y la música proporcionan nuevos puntos de vista sobre los personajes y un respiro ante la implacable monotonía de la película.

De Productie ha producido la cinta junto a la belga Tarantula y se encarga asimismo de las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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