Falkenberg Farewell, de Jesper Ganslandt, producción sueca de Memfis Film seleccionada también en Toronto, posee un índice de veracidad del 42% según uno de sus actores, sobre todo, la forma de los combates y los contenidos. Lo que la presenta como un álbum de recortes es, de hecho, una colección de recuerdos de la feliz juventud del director y sus amigos de la ciudad, donde se mezclan viejos videos 8mm, fotografías, música e imágenes digitales, y la “narrativa” (o la falta de ésta) se ve respaldada con títulos y una voz en off que leen el diario.
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El hecho de que Jesper Ganslandt no esperase a estar “a mitad de camino del trayecto de vida” para recoger sus propias Wild Strawberries [lit. fresas salvajes] es revelador: el verano que pasó junto a cinco viejos amigos se presenta, en realidad, como el gran momento decisivo de una vida, cuando la infancia está aún detrás de nosotros y un futuro incierto nos está aguardando y el presente se nos pasa sin hacer nada y preguntándonos si “deberíamos haber estado (y pudrirnos como la gente en el bar o como sus propios padres, a los que encontramos en la película) o haber ido (y ser como todo el mundo, uno más que se mueve en la gran ciudad)”. Una alternativa reflejada por la composición binaria de todas las escenas, donde los personajes (y también los caballos y los pájaros) aparecen de dos en dos para considerar las posibilidades, quejarse de este presente absurdamente aburrido y pasar el tiempo inútilmente jugando como en los viejos tiempos, pero sin el mismo entusiasmo. Como dice uno de los personajes, el Mesías debería venir en dos meses, así también deberían esperar ellos y perpetuar su inactividad en la medida de lo posible, al menos, ese verano. Como dice John, “Yo no estoy aquí para hacer esta mierda de pintura”, a pesar de la inquietud de sus padres, como si una puerta de escape al éxtasis fuera a presentárseles sin que se tengan que molestar en buscarla; una expresión usada por uno de los chicos cuando deciden no robar algo de la casa en la que, al principio, intentan robar. Un episodio que enfatiza que los héroes están parados.
A diferencia de David, el más nostálgico de todos y el único que sabe que se debe tomar una decisión, Jesper no deja su diario, su pistola y su vida (de este modo, se convierte en uno junto a su pasado), pero abriga un trabajo verdaderamente interesante que le proporciona un futuro prometedor como director.
Las ventas internacionales de Falkenberg Farewell corren a cargo en Dinamarca de Trust Film Sales.
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(Traducción del francés)
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