En una gran tienda de muebles del Sarajevo de hoy en día, dos guardas nocturnos se turnan para inspeccionar las distintas plantas y se preparan para pasar la noche llevando a cabo las habituales rondas e intercambiando impresiones sobre su vida privada. Mehir lleba tres años casado y todavía no tiene hijos. No obstante, su dolor de estómago guarda un curioso parecido con las molestias propias del embarazo. Brizla, que se encarga de la zona de los baños, está obsesionado con su régimen. Enfrente de la tienda vive un veterano de guerra que no puede dormir y llama a la policía exigiendo que se personen agentes en el lugar. Por medio de un micrófono airea sus ansiedades y recriminaciones ante la calle desierta. Al amanecer, algunos problemas que por la noche resultaban irresolubles parecen menos graves.