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Sophia Loren

Corazón de madre

por 

- Cien películas para Sophia. La actriz italiana elige Between Strangers de su hijo Edoardo para celebrar su película número cien

Una diva sencilla. Sophia Loren está en Venecia para escoltar a su hijo Edoardo, que debuta con Between Strangers, una coproducción de Mediatrade y Capri Films con un prestigioso reparto internacional: Mira Sorvino, Klaus Maria Brandauer, Malcolm McDowell, Gerard Depardieu y Deborah Kara Unger. Aun así Sophia –“mami” (como se la llamaba durante el rodaje)- opaca a todos, e inunda, sin desearlo, tanto la escena de la película como la conferencia de prensa, a la que llega del brazo de Pete Postlethwaite, su seco marido paralítico en la película, y de la productora Gabriella Martinelli.

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¿Quién es en realidad Olivia, esta mujer callada, demasiado paciente?
“Es una mujer muy tranquila, solitaria, cerrada en sí misma. Su marido no la trata bien, la considera un objeto, pero a ella no le importa porque sabe que le ha escondido un secreto durante 30 años. El personaje de Olivia se enriquece con mi experiencia. Con el tiempo mis interpretaciones son cada vez más bellas, sinceras y maduras. En esta película he hurgado en el fondo de mi corazón.

¿Cómo ha sido trabajar con un hijo director?
“Trabajar con un hijo es muy emocionante y conmovedor. Cuando lo vi en el estudio, detrás de la cámara, recordé que yo le había dado la vida. Él, un hijo mío, estaba ahora frente a mí, juzgándome con cariño para dirigirme. Me sentí protegida, confié en él porque me sentía apoyada, aconsejada. A veces discutimos, pero la relación en el rodaje fue magnífica. Edoardo es un joven inteligente y de buenos principios.

¿Qué le pareció en un principio la historia escrita por Edoardo?
Me puse a leer el guión y cuando tuve la sensación de que verdaderamente empezaba a interpretar los diálogos, entendí que formaba parte ya de su historia. Una historia vibrante, cargada de emociones, cercana a mi manera de ser. Se creó un ambiente muy tranquilo, porque Edoardo sabía lo que quería.

¿No le recuerda su papel al melancólico personaje de Una jornada particular, de Ettore Scola?
“Sí, hay algo que une a estas dos mujeres, pero no creo haber reproducido el personaje. Edoardo ha querido que dé vida a una mujer que tiene el coraje de ser ella misma después de haber sufrido mucho”.

Ha trabajado con el mismo maquillador de Una jornada particular, que una vez más la ha envejecido en modo dulce...
“Hay y no hay maquillaje. Las arrugas, los colores, están para dar la sensación de un rostro ligeramente apagado, sometido a una vida. El efecto se ha conseguido también gracias a la ayuda del fotógrafo. El rostro de Olivia es un rostro señalado por el dolor”.

Esta noche recibirá el premio Pietro Bianchi, ¿está contenta?
“Sí, y el premio tendrá su lugar entre mis dos óscares. Celebro además mi película número cien. Me siento emocionada, después de tantos años estoy de nuevo en una Venecia que ya en el pasado me dio un reconocimiento por Orquídea negra”.

¿Compromisos futuros?
Estoy trabajando en dos o tres proyectos. Es difícil encontrar papeles que se adapten a mi edad, a mi sensibilidad y madurez. Hay que evitar la caricatura de uno mismo, repetirse como si nada hubiera pasado. La próxima primavera trabajaré con Lina Wertmüller en La casa dei gerani”.

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