16/05/2010

Acompañado de jóvenes actores (Mélanie Thierry, Grégoire Leprince-Ringuet, Gaspard Ulliel y Raphaël Personnaz), del guionista Jean Cosmos, del fotógrafo Bruno de Keyzer, del compositor Philippe Sarde y del productor Eric Heumann, Bertrand Tavernier ha desvelado en una conferencia de prensa la génesis de La Princesa de Montpensier [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película], presentada en concurso en el Festival de Cannes.

¿Cuándo empezó su historia de amor por esta historia de amor que es La Princesa de Montpensier?
Bertrand Tavernier: El productor Eric Heumann pensó en mí como primera opción y fue quien me propuso el proyecto. Entonces leí la novelita de Madame de La Fayette y vi la posibilidad de rodar una historia de amor que me conmovía profundamente. Busqué inmediatamente a Jean Cosmos para lanzarnos en esta aventura que tuvimos que escribir habiendo estudiado previamente aquella época –que nosotros no conocíamos– y sus personajes.

¿El único aspecto que os interesó fue la historia de amor?
A mí me atrajo la complejidad de los personajes, en especial del conde de Chabannes, interpretado por Lambert Wilson, así como la posibilidad de descubrir aquella época y esos personajes. Cada película que he hecho ha sido con el objeto de descubrir algo. En este caso, la historia de amor era el núcleo de la película.

¿Puede decirse que se trata de una relectura feminista de la Historia?
Me conmovió el destino de esta mujer; me habría gustado defenderla, la comprendía. La película tenía que dar su punto de vista sin imponerlo. En este sentido, se trataba, sin duda, de feminismo. A medida que escribíamos el guión descubrimos, ciertamente horrorizados, la barbaridad con que trataban a las mujeres en aquella época, cosa que quisimos plasmar.

El tema de la película es muy actual
No tuve que cambiar nada, tan solo buscar la verdad sobre la época. Se aprecia al vuelo que la mayoría de las emociones de la película no tienen fecha y son muy actuales. Es igual que las guerras de religión y que el modo en que tratan a las mujeres en algunos países. Como decía William Faulkner: «El pasado no está muerto; ni siquiera ha pasado». La intolerancia es tan grande en la Francia actual como en la del siglo XVI, solo que de otra manera.

¿Os ha originado alguna dificultad especial la adaptación de una novela corta que es muy concisa y tiene elipsis, en contraposición a una gran novela como ya habéis hecho anteriormente?
Es diferente, sobre todo cuando esta novela corta carece casi por completo de diálogos. Lo que cuenta al escribir el guión, no obstante, es encontrar la verdad que subyace en el relato y una dinámica. He intentado conservar y respetar los sentimientos y las peripecias de los personajes al tiempo que reflejaba el mundo que los rodeaba. Por ejemplo, cuando Maria se rebela contra su matrimonio, la novela dice: «sus padres la atormentan». En nuestro lenguaje habitual, se trataría de una tortura y tuve que reflejar esa violencia. Hemos estado obligados a buscar la raíz de las emociones de los personajes y eso era lo que teníamos en mente cuando inventamos acontecimientos.

La elegancia de la puesta en escena acompaña al suspense, llevando la película casi a la categoría de thriller. ¿Cómo habéis combinado ambos aspectos?
Quería conseguir el suspense a partir del momento en que los sentimientos se yuxtaponen, captando en la pantalla la energía, la efervescencia de los personajes que parecen electrocutados. Había que emplear la luz como en el cine negro, sin imitar los cuadros, la reconstrucción pictórica, sino buscando una atmósfera. La tensión de los sentimientos es la del cine negro. Podríamos decir, pues, que se trata de un thriller amoroso del siglo XVI.