21/04/2011 - El director se entrevistó en Roma con la prensa transalpina la víspera del estreno en Italia de Habemus papam y un mes antes de su presentación en competición en el festival de Cannes de 2011

Ha tenido en suspenso a la prensa y los profesionales del sector hasta el último momento. Nadie sabía si habría hablado o no de su nueva película. Al final, el día del pase de prensa de Habemus papam, que forma parte de la Sección Oficial en competición del Festival de Cannes, Nanni Moretti se ha presentado en la rueda de prensa y ha respondido a las preguntas de la prensa.

¿Esnobismo o estrategia de marketing?
La verdad es que estaba muy cansado, necesitaba descansar algún día. A veces, algunos directores crean confusión cuando hablan de sus películas y yo soy sin duda uno de ellos. He trabajado mucho en esta película y espero que el resultado hable un poco por sí mismo.

¿Qué quería contar en Habemus papam?
Quería hablar de un hombre frágil, el cardinal Melville, que no se siente a la altura del poder y el papel que tiene tomar y quería hacerlo como parte de una comedia. Después quería hablar de mi personaje, del torneo de voleibol, del déficit de atención, del amor del Melville hacia el teatro. En el primer borrador de la trama aparecía una hermana actriz del Papa. Después la hemos matado y en la película sale solo nombrada. En cualquier caso, creo que esta sensación de no estar a la altura la han experimentado todos los cardenales que son elegidos Papa, o al menos así dicen.

¿Cómo ha sido el encuentro con Michel Piccoli?
Le he pedido hacer una prueba, en italiano, de seis escenas. Ha aceptado. De este modo, fui a París el 14 de agosto de 2009, hicimos la prueba y enseguida le dije que estaría encantado de que protagonizase la película. Sabía que Piccoli era un buen actor, pero no fue hasta que vi la película en la sala de proyección, con el montaje final, que me di cuenta de hasta qué punto, con sus silencios, sus expresiones y su modo de caminar, ha clavado el personaje.

¿Cómo se te ocurrió el nombre del protagonista, Melville?
Hace algunos años dirigí una edición del Festival de Turín en el que había una retrospectiva sobre el director francés Melville. Así, cuando junto a los guionistas Federica Pontremoli y Francesco Piccolo estábamos buscando nombres para los personajes, surgió Melville. Nos terminó por gustar y ese terminó siendo.

¿Hay algo de Moretti en el personaje del Papa?
Hay algo mío tanto en el personaje que interpreto, el psicoanalista Brezzi, como en el Papa. Quiero subrayar que no se me ha pasado por la cabeza, ni siquiera por un instante, interpretar yo mismo al pontífice, aunque todo el mundo, cuando les decía que estaba trabajando en una película sobre un Papa deprimido, me decía: “¡Lo haces tú!”. Pero hacía falta otra persona distinta, otro personaje, otra edad.

¿Estaba previsto desde el inicio presentar a los cardenales de un modo tan afectuoso y humano?
Durante la escritura nos hemos encariñado de algunos cardinales. Al competitivo, al favorito, al protodiacono que toma el tranquilizante más potente. Después hay varios actores no profesionales. El cardenal chileno, uno de los que juega a las cartas, en realidad es un extra, tiene otro trabajo. En el plató, escena tras escena, me he dado cuenta de cuáles eran los actores no profesionales que había que potenciar y convertir en personajes. Además querría decir que hace un año, durante muchas semanas, los periódicos han hablado mucho de escándalos relacionados con la Iglesia. Durante la escritura y el rodaje he preferido no dejarme llevar por estos eventos. Quien quería descubrir, ha descubierto. La película es otra cosa.