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Sylvain George • Director

"Considero a los espectadores como seres extremadamente inteligentes"

por 

- Entrevistamos a Sylvain George, director de Qu’ils reposent en révolte, con motivo de la retrospectiva que le dedicó el seminario del festival Punto de Vista.

Convertido este año en Seminario Internacional, el prestigioso festival de cine documental Punto de Vista de Pamplona (norte de España) ha centrado su atención en la obra del malayo Amir Muhammad y del francés Sylvain George, dos ejemplos muy diferentes de como abordar las cuestiones políticas en el cine que logró abrir un debate entre el público sobre las formas actuales del cine más comprometido, experimental y militante.

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Autor de la extraordinaria Qu'ils reposent en révolte (distribuida por Independencia), centrada en los inmigrantes ilegales de Calais, el cine de Sylvain George configura un poderoso dispositivo estético donde confluyen la poesía, la política o la filosofía en obras totalmente alejadas de los modelos industriales convencionales y cuyo objetivo es la emancipación de las personas.

Cineuropa: ¿Cómo se origina su necesidad de hacer cine y por qué lo ha elegido como forma de expresión artística y personal?
Sylvain George: Tomé la decisión de hacer películas al final de la adolescencia, a los 18 años, pero no lo hice de forma consciente. Me llama mucho la atención la configuración del propio sistema cinematográfico, el hecho de entrar en un sala a oscuras y cómo eso representa al mismo tiempo un corte con la realidad, la entrada en un espacio diferente y una puerta hacia la realidad; cómo puede ser a la vez un gesto de ir hacia la realidad de otras personas y al mismo tiempo, un momento de tomar distancia y reflexionar. El cine es un sistema muy complejo que, al contrario que la filosofía, que es muy abstracta, también puede ser concreto, poético... Juega a la vez con el intelecto y con las emociones.

¿En que contexto sociopolítico toma la decisión de hacer cine?
En el año 1996, bajo un gobierno socialista que del 90 al 93 había llevado una política de izquierdas y después dio un giro hacia el liberalismo. Lo único que hizo este gobierno fue poner en práctica políticas conservadoras basadas en la discriminación positiva, olvidándose de la gente de los barrios. Después de los años ochenta, los noventa fueron unos años bastante superficiales, con unos valores de triunfo social. Dentro del cine se hacía un cine burgués. Yo no encontraba ningún cine que tuviera, como ha habido siempre en la historia del cine de las vanguardias, un posicionamiento artístico fuerte y a la vez un componente político.

Su cine está influido por la obra de Walter Benjamin y por la del filósofo Jacques Rancière, que habla sobre la "emancipación del espectador". ¿Cómo pueden conseguirse espectadores emancipados?
Lo interesante de Rancière es que está en contra de las ideas que ven al espectador como algo pasivo. Demuestra que frente al dogma que tiene al espectador como alguien pasivo, en realidad, el propio hecho de ser espectador es ya una actividad en la que se establece un diálogo con la película. Como cineasta no soporto e intento no hacer películas que aleccionan a la gente sobre cómo tiene que pensar. Considero a los espectadores seres extremadamente inteligentes y sólo desde ese respeto se puede establecer un verdadero diálogo.

¿Cómo surge su forma cinematográfica, donde mezcla política, poesía, filosofía?
He leído mucha filosofía y me han interesado mucho la política y las ciencias políticas y las teorías. En un momento dado pensé que me estaba dispersando demasiado, pero en el cine he encontrado la manera de enlazar todo eso y de hacer que todas las cosas que me han interesado dialoguen y creen una cosa nueva. El cine no es una única forma de expresión sino que habla en muchos continentes diferentes y de líneas diversas que atraviesan la historia del cine: desde el cine mainstream hasta formas del ensayo y la poesía. También es un campo en el que expresiones filosóficas o políticas encuentran cabida, se reconfiguran, y adquieren nuevas formas. Intento hacer la película que a mí me gustaría ver, lo más bella posible, y a la vez que encuentre la forma en relación al fondo, que consiga expresar lo que está retratando.

Al igual que fue a Calais para vivir y filmar a los inmigrantes, el año pasado acudió a la Puerta del Sol de Madrid para filmar a los indignados españoles. ¿Qué piensa del futuro de movimientos como el 15M?
Estamos en un contexto histórico particular donde hay una ideología triunfante que es el neoliberalismo. La idea de la vida en común presente en el comunismo sigue presente. El 15M es un movimiento muy fuerte aunque no esté muy organizado o no tenga una base ideológica concreta pero es revelador de la voluntad de expresar un pensamiento de oposición al ultraliberalismo. Sus integrantes no están forzosamente de acuerdo en la forma política que debe reemplazar al ultraliberalismo pero está claro que no se puede continuar de esta forma, los políticos no pueden ir en contra de la mayoría. Este movimiento iniciado en España que ha encontrado una respuesta en todo el planeta, no se había visto desde los años 70. Son movimientos que no se van a apagar, que son compartidos por la mayoría de la gente aunque esté expresado por una minoría.

¿Qué relación tiene con el cine francés más institucionalizado?
No hago películas para que sean vistas por los convencidos; trabajo con el cine porque es un medio que puede ver un mayor número de personas. No estoy en una posición de artista que hace películas que no puedan ser comprendidas por el mercado porque el mercado no quiere esas películas, como pasa con el cine de vanguardia. Hago cine sin ninguna concesión porque el cine es mi espacio de libertad. Hago el cine que yo quiero hacer y de forma que pueda ser visto en lugares muy diferentes: en cines, festivales e instituciones, aunque tenga intersticios un tanto underground o militantes. Conozco los festivales y creo conocer los riesgos de la institucionalización pero, al mismo tiempo, pienso que es importante participar en el discurso institucional. No hay que perderse, hay que saber qué es lo queremos decir y llevarlo a instituciones, que son lugares de poder, donde solo unas pocas personas tienen poder de decisión. No hay ninguna razón para no estar, sobre todo porque son lugares financiados con dinero público.

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