17/04/2012 - Le Premier Homme, ganadora del premio FIPRESCI en el festival de Toronto en 2011, se estrena el 20 de abril en 70 cines de Italia de la mano de 01 Distribution y en octubre en Francia

Todo ocurre en la Argelia de los años 50, destrozada por la guerra de independencia, como la hambrienta Calabria de posguerra. "La historia de Le Premier Homme [+lee también:
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ficha de la película] [El primer hombre] es mi historia", afirma Gianni Amelio, que vuelve al cine para adaptar la novela póstuma, inconclusa y autobiográfica de Albert Camus, en la que el escritor y filósofo francés recuerda su infancia en su país natal y cuenta su regreso a Argelia en 1957 en un intento de acordarse del padre muerto en la primera guerra mundial. “Sospecho que fui elegido para hacer esta película precisamente por mi pasado. Al igual que Camus, tuve una infancia pobre, no conocí a mi padre hasta muy tarde, me criaron una madre y una abuela muy enérgica, trabajé de niño en verano y me ayudó en la escuela el apoyo de un profesor”. El director reflexiona: “Camus me dio la llave para contar hechos autobiográficos que de otro modo no habría tenido el valor de compartir”. Así, Amelio no se basó en la novela para componer los diálogos de su película sino que los adaptó para contar las vivencias de su propia familia.

La película, prevista en un principio para Cannes, luego seleccionada e inexplicablemente rechazada en Venecia, se tomó la revancha con el premio de la crítica en Toronto. Le Premier Homme, ambiciosa, poética y conmovedora, es quizá la obra maestra del director de Niños robados, ganadora del gran premio del jurado en Cannes, y Así reían, vencedora del León de oro en Venecia. Su último trabajo combina profundidad interior y actualidad política: “Creo que las reflexiones sobre el presente quedan claras, pero he de confesar que cuando hago una película no me pongo a calcular las dosis entre el pasado y el presente. Hago cine con el estómago, al cabo de largas reflexiones. Estoy en contra de las películas-tesis y a favor del cine que emociona. La Historia con hache mayúscula pasa indefectiblemente por la historia de un protagonista. Y El primer hombre somos nosotros; somos todos nosotros”.

Los puntos de encuentro con el presente son los mismos que en La battaglia di Algeri, de Gillo Pontecorvo. “Aquella película se hizo en caliente: el gobierno argelino la quiso nada más acabar la revolución para celebrar justamente la victoria. Es una cinta que nace de la crónica y su fuerza reside en el carácter tempestuoso con que la crónica se reprodujo en la pantalla. Yo no he hecho una película sobre la guerra de Argelia sino sobre una guerra que puede dividir etnias, lo cual es un tema central de nuestro tiempo. Algunos periodistas argelinos han escrito que quizá esta sea la primera película que define rigurosamente las posiciones de ambos bandos, la Argelia francesa y la de los militantes árabes”; unas posiciones que filtra el pensamiento de Camus, que decía “sí a la revolución, no al terrorismo”.

La complicada relación de Camus con la izquierda francesa podría ser un obstáculo para la distribución de la película en Francia, prevista para octubre, en pleno cincuentenario de la independencia. “¿Reacciones negativas? Creo y espero que después de 50 años las heridas de la revolución argelina se hayan cerrado, aunque temo que piensen que tomo partido”.

Le Premier Homme se escribió y se rodó bajo la atenta mirada de la hija del premio Nobel de literatura: “Catherine acordó con la productora que daría su consentimiento una vez visionada la película. Ella temía que se hurgase en la vida privada de su padre. Afortunadamente, le gustó mucho el resultado y me escribió una carta extraordinaria. Además, le encantó el protagonista, Jacques Gamblin. Me dijo: «Lo acepté como a mi padre desde el primer fotograma»”.

En torno a Gamblin figura un elenco de excelentes actores: Maya Sansa, Catherine Sola, Denis Podalydès, Ulla Baugué, Nicolas Giraud, Abdelkarim Benhabouccha, Hachemi Abdelmalek, y el pequeño y extraordinario Nino Jouglet. “En las pruebas de casting no habíamos acordado nada con nuestros socios franceses. Se presentaron miles de críos, todos ellos acompañados por sus ansiosos padres. A Nino lo vimos por casualidad: venía de Toulouse y estaba de paso por París. Cuando le hablaba apenas me respondía y cuando intenté fotografiarlo, miraba hacia otro lado. Entonces comprendí que estaba frente a Jacques”.