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Jessica Krummacher • Director

Lo convencional no es lo suyo

por 

- La directora de Totem prepara un nuevo largometraje, Mordogan, para el que ya cuenta con el apoyo de Eurimages

Jessica Krummacher hace gala en el largometraje Totem [+lee también:
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de un realismo visual que sorprende por su sutileza. La película se distingue del cine alemán actual por su dramaturgia abierta, su furiosa presencia física y su consiguiente esquivez de la corrección política. Krummacher y su socio, Timo Müller, tienen previsto desarrollar más películas con la productora berlinesa kLAPPbOXfILME en los próximos años.

Totem se inspira en una historia real acontecida a una cuidadora de Europa del este que vivía con una familia alemana y decidió suicidarse. La directora, bajo la forma de prosa narrada desde un punto de vista subjetivo, aporta una perspectiva inusual al mundo en el que es y actúa la protagonista, que, sin un guion convencional, descubre el mundo interior de esta constelación familiar en la que la comunicación brilla por su ausencia y todo es ritual. “No parto de modelos de interpretación cinematográficos; no busco mis temas en tanto que cineasta”, afirma Jessica Krummacher cuando trata de explicar su forma de hacer cine: “Prefiero observar a la gente, pero no me interesan demasiado los hechos, aunque fuera el centro de nuestros estudios. Busco permanentemente la alienación, la exageración y la artificialidad”.

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En varias entrevistas, la directora, de 34 años de edad, resalta que es “una persona política”. Sus padres participaron en las protestas de 1968 (su padre es ahora profesor de ciencia política) y le transmitieron el placer de la creatividad alrededor de las estructuras sociales. “Me interesa cómo esas estructuras condicionan la experiencia humana”.

Totem se hizo sin las restricciones de un guion, sin las previsibles pautas de ideas prefijadas. Lo esencial era la improvisación entre los actores profesionales y los niños. Fue en el montaje (con Heike Parplies) cuando la directora consiguió una forma compacta, cuyo efecto es similar, según muchos críticos, a elementos del cine de terror.

Aunque subraya la importancia del trabajo en equipo, Krummacher se ve a sí misma como la líder del proceso creativo. Su motivación sigue vigente hasta el día de hoy: “Las historias que relato han de contarse. No obstante, si uno produce una película por un total de 30 000 euros, quiere que algo quede para sí. La creatividad conjunta es una experiencia poderosa que tiene mucho valor para mí”. 

Su mayor sueño es disponer de nuevas oportunidades de producción, nuevas libertades para el cine, una revolución en el mundo de la televisión. Mientras tanto, Krummacher prepara su siguiente largometraje, Mordogan, sobre una alemana posee una casa de vacaciones en Turquía y su amigo, un inmigrante que vuelve de Alemania a Turquía. Bavaria ha concedido una ayuda al desarrollo del guion de esta cinta, que también ha recibido el Eurimages Co-Production Development Award, un reconocimiento acompañado de 30 000 euros que invertir en el acuerdo de una coproducción con Turquía.

La directora alemana también trabaja en el desarrollo y la producción del documental Der Rote Berg, de Timo Müller. Este proyecto cuenta la vida de un ermitaño de 62 años de edad que lleva 20 años viviendo en una cueva en un acantilado situado frente a una autopista, convencido de que ha encontrado una ciudad de más de 4 000 años de antigüedad, cuyos restos está excavando. 

Jessica Krummacher está decidida a vivir un día de sus tan inusuales como estimulantes películas.

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