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Veiko Õunpuu • Director

“Atrapado en una sociedad que no puede generar nada positivo”

por 

- El director estonio nos habló de Free Range y compartió incisiva visión sobre la cultura y el cine actuales.

Veiko Õunpuu • Director

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Veiko Õunpuu: El origen de la película está en la sensación de estar atrapado en una sociedad que no puede generar nada positivo, más allá de la meta o las necesidades. ¿Los valores familiares? ¿Estar atrapado en la unidad económica más pequeña de un egotismo posesivo y una dependencia mutua que funciona sobre todo como generadora de mano de obra fresca? ¿O la realización personal a través del trabajo? ¿Joder a otra gente por dinero mientras se destruye el planeta? ¿El amor hacia tu país? ¿Participar de manera pasiva en las atrocidades que se cometen en un país lejano, que nada tiene que ver contigo, y ver cómo estas atrocidades se convierten en una especia de espectáculo macabro para el resto del “mundo libre”? La sensación que se esconde tras estas preguntas. Ésta fue la premisa de la película. Las preguntas en sí eran demasiado obvias para desarrollarlas en forma cinematográfica.

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La película tiene un aire muy personal. ¿Cómo diste con Lauri Lagle para el papel protagonista? ¿Fue difícil dar con la persona adecuada?

La película no está basada en mis experiencias, aunque está claro que es algo personal. Probamos un par de actores distintos, pero cuando vimos a Lauri estuvo claro que era la persona adecuada para el papel. Tiene una especie de testarudez evasiva no beligerante que encajaba perfectamente.

¿De qué manera crees que tu película forma parte de la actual escena cinematográfica estonia y cómo ves el cine de tu país hoy día?

Podemos hablar de cinematografías nacionales sólo cuando hay culturas diferentes donde se buscan de manera activa las particularidades de dichas culturas, no del mínimo común denominador, como ocurre en la mayoría de los casas. Quizás con la excepción de Irán y Bután, ya casi no existen cinematografías nacionales, sino tan sólo un núcleo central de lengua inglesa y varios tipos de periferias que copian los métodos del núcleo. Lo cual, por supuesto, no tiene nada de malo en sí.

Es significativo que sólo nos sentimos orgullosos de nuestro cine cuando nos recuerda al cine del núcleo. Pero este núcleo está vacío y no tiene nada realmente interesante que ofrecer. Sólo existe gracias al influjo constante desde las periferias.

He pensado mucho sobre lo irónico que es que esta industria lo que hace es satisfacer el extendido hábito de   identificarse de manera totalmente inconsciente con una personalidad falsa (caracterizada por el destino, un atractivo sexual sobrehumano y una capacidad infalible de superar las adversidades), que termina con un restablecimiento falso de sí mismo como una entidad moralmente válida, pero sin hacer ningún esfuerzo por tu parte. Todo ello parece, si no abiertamente patológico, al menos esencialmente antisocial. El hecho de que esté generalmente aceptado como algo normal e incluso reciba fondos públicos; el hecho de que el éxito de este fenómeno se mida por su popularidad o, lo que es aún más descabellado, por su rentabilidad económica, y que nosotros, aquí en la periferia, lo único que deseamos es que nuestra industria de “entretenimiento de verdad”, que tendría efectos parecidos, consiga un éxito similar y genere la misma rentabilidad… Bueno, es algo sobre lo que me hago muchas preguntas.

Me gustaría formar parte de ello sólo si llevo una bata de psiquiatra. Pero admito la fantasía masoquista, debe ser muy tentador ser devorado por el núcleo, ser digerido y ser cagado de nuevo. Sería una implicación total con el funcionamiento del mundo contemporáneo.

¿Cuáles son tus proyectos futuros?

Hay un proyecto en el mercado de coproducción de la Berlinale llamado The Last One que narra la historia de un joven neonazi que trabaja en una mina en Laponia. Además, estoy escribiendo el guion de un proyecto llamado Language of the Birds. La mística medieval dice que, a través del aparente desorden de nuestras vidas, alguien nos habla en un lenguaje divino, puro, violento e incomprensible: el lenguaje de las aves.

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