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Shalimar Preuss • Directora

"Tras ese rostro opaco de un adolescente se esconde una pasión vibrante"

por 

- Con motivo de su invitación al Rendez-vous con el cine francés, la directora habla de su ópera prima, Ma belle gosse, protagonizada por una adolescente que mantiene una relación epistolar con un presidiario

Shalimar Preuss  • Directora

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tráiler
entrevista: Shalimar Preuss
ficha de la película
]
, primer largometraje de la directora franco-canadiense Shalimar Preuss, Maden, de diecisiete años de edad, pasa sus vacaciones veraniegas con su amplia familia en una isla del oeste de Francia y mantiene en secreto una relación epistolar con un detenido en una cárcel local. La cinta es un retrato grupal fresco y espontáneo en el que aparece también un viaje por los fantasmas de la adolescencia. 

Cineuropa: La cámara sigue de cerca de los jóvenes actores; en especial, a la protagonista, Maden. ¿Cómo trabajó con ellos? ¿Cuánto hay de improvisación?
Shalimar Preuss:
 El film es una mezcla. El guion era preciso pero trabajamos con seres vivos y, por tanto, imprevisibles. A los mayores les hice leer el guion; a los niños, no, les expliqué sus papeles. No quería que los chicos leyeran el texto porque lo escrito cristaliza las cosas. Me interesaba lo que sucedía entre ellos en cada momento, de qué manera habitaban la casa. Como en una receta de cocina, tenía en mente los ingredientes; faltaba por ver si funcionaba. La cámara navega en la escena, se detiene cuando hay algo y sigue para ver qué sucede. El sonido se grabó en directo.

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Los vínculos entre los diferentes componentes de esta gran familia no están claros. ¿Era ésta su intención? ¿Por qué?
Lo importante es el trío que forman el padre, la hija (Maden) y el hermanastro (Raphaël). Se entiende que no viven juntos. Los demás representan a la familia en general. Los actores y los críos tenían perfectamente claro quién era quién: ya les había contado la historia de esta familia de ficción. Era importante para su trabajo de interpretación; trabajamos mucho sobre ello. Los niños habían dibujado un árbol genealógico de dos generaciones, se sabían el nombre, la historia y los secretos de cada miembro de la familia. No quería que apareciesen en la pantalla vínculos definitivos, sino mantener este aspecto aleatorio, de sorpresa. 

Maden recuerda un poco a la joven protagonista de Pauline en la playa, de Eric Rohmer. ¿Fue esta cinta una de sus referencias?
Tal vez pensaba más en El rayo verde y en Jacques Rivette. Pero más allá de referencias, la película se centra en esta chica que me fascina. La chica que interpreta a Maden se llama Lou y la conozco desde que tenía dos años; la cuidaba cuando sus padres no estaban, la he visto crecer, conozco bien su rostro y su carácter. Quería que tuviese algo andrógeno, de ahí el pelo corto, como un chico. Las gemelas son las hermanas de Lou en la realidad; el padre y Raphaël son realmente padre e hijo y también la niña más pequeña es la hija verdadera de una de las actrices.

Los críos juegan alrededor de ruinas y antiguos edificios en la plaga. ¿Dónde se rodó la película?
Buscaba un lugar en Francia con una prisión cercana a una playa y encontré ese lugar en la Isla de Ré, cerca de La Rochelle: una cárcel histórica, con muros altos, muy novelesca. Por lo demás, toda la gente de mi generación jugó en los búnkeres de la playa que dejaron los alemanes. Busqué sitios que retrotrajeran a uno a recuerdos de vacaciones no digo universales pero sí europeos. El mar de allí me interesaba porque hay grandes pareas y el paisaje cambia permanentemente. A veces era difícil organizar el rodaje precisamente porque el paisaje podía ser distinto en el arco de un minuto.

¿Qué representa para Maden el intercambio epistolar con el presidiario? ¿Le seguirá escribiendo?
Para mí, ese intercambio es un fantasma de una joven, no algo real; no se trata de Romeo y Julieta. Ella imagina que ese vínculo podría funcionar y considero muy hermosa e inspiradora esta confianza, por lo demás un tanto alocada. Tras ese rostro opaco de adolescente se esconde una pasión vibrante. Las cartas son algo que ella domina; hay algo peligroso en el hecho de escribir a un detenido pero, al mismo tiempo, da seguridad que él esté dentro de un muro: nada puede sucederle. Este contraste entre peligro y seguridad me interesaba también porque está presente en toda relación humana. Al final, Maden encuentra su lugar entre los niños, si bien será el último verano de su infancia.

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(Traducción del italiano)

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