21/05/2003 - Venía a Cannes para los premios del cine duro. Ahora, tras su debut en el cine "serio", la actriz italiana mira a la Croisette desde la "ventana de en frente". Y es feliz

Cannes es su gran oportunidad. Su gran oportunidad para entrar por la puerta principal en el cine “serio”. Ese cine que antes veía a lo lejos, cuando era la reina del porno italiano y participaba en el Hot d’Or, la Palma de Oro del sexo duro, también en Cannes.
Se llama Selen, icono italiano del erotismo, en realidad una muchacha frágil, dulce e incluso tímida. Dejó el mundo del porno hace cinco años, pero nadie se había dado cuenta, porque seguían estrenando películas que ella no había hecho, montadas con tomas descartadas de rodajes anteriores o con tomas furtivas detrás del plató. Ahora se darán cuenta todos de su nueva vida, porque la película que interpreta, B.B. e il cormorano de Edoardo Gabbriellini cerrará la Semana de la Crítica en Cannes. Y Selen ya está en la Croisette, tres días antes de la proyección, feliz como una chiquilla.

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La suya no es una historia cualquiera. En Italia, Selen ha sido la heredera de Moana Pozzi y, como ella, nació y se educó en un ambiente de la alta burguesía: hija de un rico industrial, eligió el mundo del porno para rebelarse contra su familia, contra una vida que parecía ya escrita. Antes de hacer su primera película de sexo duro, estuvo en la India y en Nepal, vivió en comunas, hizo de artista callejera. Luego rodó películas, no muchas, en un mundo en el que se llega a rodar 20 películas por año. Y ahora llega la primera película importante de su renacimiento, en la que usa otro nombre, Luce Caponegro, el verdadero. “Edoardo Gabbriellini me propuso el papel, un papel real. Soy la amante del jefe de la residencia en la que se desarrolla la película. Pero no soy una amante que busca el dinero, sino una que busca el amor. Una sentimental, como soy en la vida real. Entro en la residencia y cambian todos los equilibrios entre las personas. Al principio estaba aterrorizada en el plató. Luego empecé a tomar confianza y todo se volvió maravilloso. He llegado a Cannes, algo que nunca habría imaginado. Cuando venía por los Hot d’Or me preguntaba cómo sería el mundo de la otra parte, el mundo del cine “verdadero”. Ahora formo parte de él también yo. Es el mundo de la ventana de en frente, ése que siempre miraba con deseo. Si es por unos días o para siempre, no lo sé. Ahora estoy aquí y me siento muy feliz”.