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Joachim Lafosse • Director

"Desenmascarar la figura del salvador, del héroe"

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- Cineuropa mantuvo un encuentro con Joachim Lafosse con motivo del estreno de su nueva película, Los caballeros blancos, en el que se plantea los límites de la acción humanitaria

Joachim Lafosse  • Director

Después de haber profundizado en la célula familiar y en los mecanismos de transgresión de los límites que la llevan a la tragedia, Joachim Lafosse amplía el alcance de sus investigaciones hasta el fiasco humanitario de El Arca de Zoé en Los caballeros blancos [+lee también:
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Cineuropa: Hay un leitmotif presente de forma constante en su cine: el infierno está plagado de buenas intenciones.
Joachim Lafosse: Es verdad que los personajes que suelo tratar están motivados por la voluntad de hacer el bien y, en su nombre, entran en una lógica según la cual el fin justifica los medios, dejando de plantearse el sentido de los límites y de ciertas leyes. Tal era el caso en Elève Libre [+lee también:
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, donde un profesor, en nombre de la educación, pasa de la transmisión a la transgresión; es el generoso médico de Perder la razón [+lee también:
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quien acoge en su casa a una joven pareja antes de encerrarla, lo que conducirá al drama. En Les Chevaliers Blancs, se trata de un grupo de personas, según ellas, humanitarias que, en nombre del sufrimiento y del deseo de niños de algunos, decide ir a buscar huérfanos adjudicándose, además, el derecho de mentir. Todos nos hemos encontrado a mucha gente con ganas de hacer el bien y no el mal pero si las buenas intenciones bastaran para hacerlo, lo sabríamos. Más allá de eso, habida cuenta del revuelo mediático de El Arca de Zoé, vi la increíble oportunidad de dar cierta accesibilidad a mi cine sin dejar de abordar cuestiones complejas.

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Con esta película, sale del marco de la intimidad y se decanta por un ámbito más amplio: las relaciones entre el norte y el sur.
Pero, al final, el corazón de las cuestiones sigue siendo el mismo. Siempre he pensado que el primer lugar de aprendizaje de la democracia es la familia. Es en el seno de ella y la relación que mantenemos con sus miembros donde nos volvemos un demócrata o un dictador. Aquí se trata, en todo caso, de la historia de una gente que se otorga el derecho a una familia. Los protagonistas tienen noción del derecho a tener niños pero no del derecho de los niños. Ese es un buen comienzo para una familia dictatorial. Empezar una familia adoptándola de tal manera, haciendo caso omiso de la ley sobre la protección de menores y del hecho de que un país prohíba la adopción internacional, y, por ello, empezar a mentir: para mí, eso es formar una familia en la dictadura.

Su cine muestra cómo tiene lugar el drama para que la gente se pregunte por qué.
Sí, enseña por medio de qué mecanismos dejamos de ser críticos y entramos en la creencia. Decimos a menudo que en Occidente hemos matado a Dios, lo que probablemente es una buen cosa, pero el peligro es acabar creyendo demasiado en nosotros. Ahí entramos en el terreno de los grandes narcisistas y los gurús. Es cosa de proselitismo eso. Seguir el proyecto de Jacques Arnault es escoger soluciones simplistas, todo ello en nombre de una cosa: la dictadura de la emoción. Jacques Arnault se da cuenta de que hay manera de montar la operación porque hay una emoción en un principio en el seno de unos padres desgraciados, un mal de hijos.

También hay una ampliación del campo cinematográfico. Les Chevaliers Blancs es una especie de película de aventuras psicológica
Es un thriller psicológico de aventura, una película de acción.  Como tal lo vivimos durante el rodaje. Quería hacer una película de grupo, una especie de encierro al aire libre. En determinado momento, cuando se plantea la cuestión de la acción para los personajes, sube la adrenalina. Cuando en un lugar concreto, las cosas no pasan como uno desearía que pasaran, cuando los niños no están allí, por ejemplo, deciden ponerse en peligro. Estoy muy orgulloso de haber encontrado ahí un tema que me devolvía a mis preocupaciones, a mis obsesiones, sin dejar de proponerme, en tanto que cineasta, ir más allá.

A menudo se vale usted de hechos reales para sus creaciones cinematográficas.
Me gusta el sabor del riesgo. Y el riesgo, cuando tiramos de un hecho real, es que nos ponemos a contar algo que el espectador cree que ya conoce. Por extraño que parezca, las dos películas inspiradas en hechos reales que he realizado son las que más tiempo me ha llevado escribir. Pasar algo al cine también es una forma de tomar distancia. La historia mediática regresa a la actualidad y no hay tiempo para tomar distancias. No quiero llegar a la verdad sino al cine, puesto que el cine, de cualquiera de las maneras, es siempre una mentira. El periodista da cuenta de los hechos desde la objetividad informativa. El editor las comenta. El artista da que pensar de otra manera, plantea preguntas. Todo ello no se opone entre sí sino que se completa. Tengo la impresión desde hace varias películas que lo que intento hacer es desenmascarar la figura del salvador, del héroe. No en vano empleo hechos reales: acarrean un exceso, una transgresión, un silencio que quiero desvelar. Ese derecho que nos damos de pensar por los demás lo que más y mejor les conviene

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(Traducción del francés)

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