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Delphine y Muriel Coulin • Directoras

"Una terapia visual colectiva"

por 

- CANNES 2016: Delphine y Muriel Coulin relatan la sorprendente génesis de La escala, que ha sido presentada en la sección Un Certain Regard

Delphine y Muriel Coulin • Directoras
(© C Duchêne / Cannes Film Festival)

Tras darse a conocer en la Semana de la Crítica 2011 con 17 filles [+lee también:
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, Delphine y Muriel Coulin han regresado a la Croisette, en la sección Un Certain Regard del 69º Festival de Cannes, con su segundo largo: La escala [+lee también:
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Cineuropa: Voir du pays se centra en dos personajes femeninos en un contexto militar, en el hotel que sirve de válvula de escape a los soldados franceses de vuelta de Afganistán. ¿De dónde surge esta insólita mezcla? Antes del film, Delphine escribió una novela.
Delphine Coulin: Surge de la violencia de las mujeres. Hay muchísimas ideas preconcebidas, como que los hombres tienen el monopolio de la violencia y que nosotras, las mujeres, somos totalmente inocentes. Yo creo que nosotras somos tan capaces de ser violentas como los hombres. Igualmente, cuando un chico de 15 años se va de camping con sus amigos, todo el mundo se alegra por él, mientras que si se trata de una chica y sus amigas, todo el mundo la previene y se preocupa por ella. Ya no estamos en los años 70, y muchas de las cuestiones de las luchas feministas están solucionadas, pero todavía permanece la violencia que se ejerce sobre las mujeres. Aparte de eso, nosotras somos de Lorient, una ciudad de militares, y hemos conocido a muchos de ellos, aunque no estén en nuestro entorno cercano. Finalmente, cada vez que veía a mujeres soldado, ya podía decirme a mí misma que tenemos derecho a dedicarnos a cualquier trabajo, como los hombres, porque somos iguales a ellos, pero al final, me seguía pareciendo extraño. Y la cuestión de la amistad femenina también me interesaba.
Muriel Coulin: Habíamos leído un artículo sobre el hotel en Chipre y nos propusimos introducir la historia femenina en esa insólita trama: tres días, casi en aislamiento, para olvidar la guerra; un hotel de 5 estrellas a pie del mar adonde se desplazan para afrontar la guerra.

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Habéis plasmado muy bien el ambiente en el ejército, así como los detalles de la sesión de descompresión. ¿Cómo ha sido la labor de investigación?
M.C.: Nos documentamos mucho y hablamos con las personas indicadas, las que han estado en el hotel, y nos contaron su estancia con mucha precisión: el despertar, el desayuno, la primera actividad, quién está dónde y cuándo, etc. Y fuimos a los cuarteles.
D.C.: También conocimos al único reportero de guerra que ha estado en el hotel. Y de nuestro reparto de 16 personajes soldado, cinco son auténticos exmilitares que han estado en Afganistán o en otro sitio. Por ejemplo, el primer soldado que va al debriefing en la película fue desactivador de minas en Afganistán y traumatizado de guerra.
M.C.: Había muchas cosas que nos podíamos inventar, como la experiencia de estas chicas, su amistad, porque nosotras lo hemos vivido en otro contexto. Pero en un mundo tan particular como el militar, no podíamos permitirnos prescindir de la verosimilitud, se habría notado en seguida y habría distraído al espectador de la historia. No había que dejar nada al azar. 

Habladme de las impactantes sesiones de terapia en las que los soldados llevan un casco de realidad virtual y se proyectan animaciones de fondo.
M.C.: Los norteamericanos y los franceses utilizan este sistema de realidad virtual para entrenarse antes de ir al combate, pero también a la vuelta de los soldados, para curarlos. ¡Es increíble! Habíamos oído hablar de esto, y vimos vídeos del ejército y de un artista contemporáneo. A nosotras nos vino muy bien, porque en el libro de Delphine había tanto flashbacks como realidad virtual, pero nos preguntábamos como podíamos hacer que la guerra existiera en la película. Evidentemente, no íbamos a rodar en Afganistán o en otro sitio las imágenes que los soldados habrían visto en los cascos de realidad virtual. Y como, para nosotras, lo real es lo real, no queríamos usar un fondo verde. Pero el sistema auténtico habría costado una fortuna, y tampoco podíamos usar el equipo del ejército. Así que decidimos diseñar primero las imágenes 3D y que nuestros actores soldado se adecuaran a estas imágenes bajo el casco.
D.C.: En el cine, normalmente, no vemos qué sucede en la mente de los personajes. En este film tenemos a la vez a un actor que cuenta su experiencia en Afganistán y, detrás de él, su recuerdo en animación.
M.C.: Y alrededor de él, los otros soldados que han vivido el mismo suceso y que vuelven a evocarlo, pues se trata de una terapia visual colectiva. Concebimos las imágenes 3D (de hecho, son 2D, porque son proyectadas) y la estrategia militar de la emboscada. Se lo mandamos a los de BUF, que nos propusieron varios diseños y realizaron las animaciones.

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(Traducción del francés)

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