12/01/2017 - Charlamos con la directora del Trieste Film Festival, Nicoletta Romeo, sobre los temas que afronta el certamen

Entre los días 20 y 29 de enero regresa el Trieste Film Festival (leer más), la primera y más importante cita italiana con el cine proveniente de Europa central y oriental. En su ya 28ª edición, el festival continúa siendo un observatorio privilegiado para cinematografías y autores a menudo poco conocidos por el público “occidental”. Charlamos sobre los temas que abordan las películas seleccionadas con Nicoletta Romeo, que dirige el certamen junto con Fabrizio Grosoli. 

Cineuropa: Un primer denominador común es “el pasado que no pasa”.
Nicoletta Romeo: Hay un hilo rojo que vincula muchas de las películas de manera transversal y del cual nos percatamos sólo después de haberlas seleccionado. Se trata de una serie de obras de países muy distintos entre sí, incluida su posición geopolítica nacional. Regresa prepotentemente el “cine de guerra”. Tanto en las cintas de ficción, en las que se habla de las guerras balcánicas y de otras, como en el cine documental, de Vitaly Mansky, en My Private War, de Lidija Zelović, o Comme la rosée au soleil [+lee también:
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ficha de la película], del suizo Peter Entel. A través del documental se piensa nueva y justamente en algo que nos toca de cerca.

La relación entre los intelectuales y el poder es uno de los leitmotifs este año.
Sobre todo en la sección Art & Sound, se vuelve a contar la historia de grandes artistas, actores, etc., como la del pintor polaco Zdzisław Beksińsk, Wladyslaw Strzemiński, protagonista del film de Andrzej Wajda Afterimage [+lee también:
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entrevista: Zofia Wichlacz
ficha de la película], o el famoso fotógrafo checo Josef Koudelka de la obra Koudelka Shooting Holy Land, de Gilad Baram. También hay grupos de culto como Pussy Riot y la eslovena de Laibach. Todas ellas son figuras emblemáticas del mundo del arte en Europa. El arte se ve, por tanto, como un instrumento subversivo, sobre todo frente al régimen comunista. Estas películas constituyen el relato de colectivos artísticos o individuos singulares que han canalizado las ideas de un sentimiento de rebeldía muy difundido en estos momentos. El cine también es una ventana que da a lo que sucede en estos países, a menudo sometidos a gobiernos de extrema derecha, en los que la xenofobia a estas alturas campa a sus anchas y genera graves problemas de derechos humanos. A través del cine se abordan estos temas, quizá no de manera directa sino filtrados por el mundo del arte.

La emergencia de la inmigración en Europa del este se ve desde distintos puntos de vista.
Hay una película que lo estigmatiza muy bien: la búlgara The Good Postman [+lee también:
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ficha de la película], de Tonislav Hristov, un documental poco visto que relata la historia de un cartero en un pequeño pueblo en la frontera con Turquía que se presenta a las elecciones municipales con un programa de lo más “provocador”: devolver la vitalidad a un pueblo ahora moribundo mediante la acogida de refugiados sirios y afganos. La lástima es que no todos están de acuerdo, sobre todos aquellos que sostienen posiciones extremas. Ganará una tercera vía, la que no toma posición, que es un poco la de Europa. La inmigración aparece en otras dos películas importantes: la griega Amerika Square [+lee también:
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entrevista: Yannis Sakaridis
ficha de la película], de Yannis Sakaridis, en la que se habla del negocio que suponen las fronteras y en torno al cual existe una gran dosis de demagogia y populismo sobre la inmigración, puesto que sabemos que producen dinero y negocios, y la húngara It's Not the Time of My Life [+lee también:
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entrevista: Szabolcs Hajdu
ficha de la película], de Szabolcs Hajdu, que habla de una inmigración “fracasada”, esto es, del regreso a casa de una familia y del amargo enfrentamiento con una integración fallida. Más colorida y ligera es, por último, Babylon Sisters [+lee también:
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ficha de la película], de Gigi Roccati, un evento especial del festival que constituye una especie de fábula contemporánea sobre las dificultades de la integración en una ciudad multicultural como Trieste.

(Traducción del italiano)