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Jan Zabeil • Director

“La naturaleza interpreta el cuarto papel”

por 

- German Films entrevista al director alemán Jan Zabeil, que saltó a la fama con El río que era un hombre y trabaja ahora en su segundo largo, Three Peaks

Jan Zabeil • Director

“Estudié dirección de fotografía en la Universidad de Cine Konrad Wolf de Babelsberg”, cuenta el cineasta alemán Jan Zabeil, “luego dirigí cortos que tuvieron buena acogida en los festivales, más tarde mi primer largo, El río que era un hombre [+lee también:
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, y ahora estoy trabajando en el segundo”.

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, un drama ambientado entre la niebla de montaña del norte de Italia, está protagonizado por Alexander Fehling y Bérénice Bejo. Un nuevo marido llega a una familia; un chico y un hombre se enfrentan, entre el amor y el odio; un viaje a la montaña se convierte en un asunto de vida o muerte.

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“La naturaleza interpreta el cuarto papel”, explica Zabeil, “así que quería rodar en exteriores, en una niebla natural, en la nieve y dentro de un lago helado, ¡y todo 2500 metros sobre el nivel del mar! Pero al final todo se reduce a los actores y a Arian Montgomery, que encarna al chico, que permiten al espectador experimentar el miedo, el amor y la hostilidad, con y a través de ellos”.

Al igual que en El río que era un hombre, el conflicto entre un hombre y un niño se desarrolla en el escenario de una naturaleza apabullante. “Dejo a mis personajes inmersos en una clase de naturaleza que les sobrepasa, que evidencia lo pequeños que son en cuanto que seres humanos. Y, en un momento dado, mis personajes se despojan de sus comportamientos civilizados, y entonces salen a la superficie necesidades y emociones arcaicas”.

Para Zabeil, “los ensayos muestran el conflicto de una escena y cómo podría materializarse. Hace mucho tiempo que conozco a Alexander [Fehling], así que tenemos una gran confianza el uno en el otro. Es difícil hacer generalizaciones con respecto a mi método de trabajo con los actores. A veces, la improvisación puede ser muy productiva, pero solo si el conflicto y su transición a lo largo de la escena están claramente definidos de antemano. Pero también es necesario atender a las impresiones e ideas del actor. Las comparo con las mías, y solo entonces nos ponemos a ello”. 

Zabeil, que todavía trabaja como cámara en otros proyectos, cree que “concentrarse principalmente en la imagen permite acometer la historia a través de la narración visual: los espectadores pueden apoyarse en las imágenes y los momentos de conflicto más que en el diálogo”.

Zabeil, por cierto, también escribe sus propios guiones: “La idea vive en mi mente durante un tiempo”, dice. “Es una mezcla de imágenes y quizás situaciones que crean una atmósfera específica en mi cabeza y en mi estómago. Luego, construyo una historia. El punto de partida siempre es muy subjetivo”.

“Busco imágenes y ritmos comunicables”, prosigue el cineasta. “Mi imaginario, la ambientación, es muy realista, lo cual da la base para una naturaleza tangible, una situación básica. Estoy interesado en establecer un contraste entre lo percibido y lo real, en relación con la superelevación artística. Y, en el mejor de los casos, sin que el público se dé cuenta”.

“Mis películas dejan mucho espacio a la interpretación del espectador. Con mi anterior trabajo, vi que públicos de diferentes culturas y estratos económicos se hacían una idea muy diferente de lo que habían visto. Por ejemplo, en México, lo que veían en la pantalla eran sus propios espíritus mexicanos, en el MoMA de Nueva York, todos debatían sobre el tejido social del mundo, y en Corea, pensaron que solo un budista podía haber hecho una película así, por lo que concluyeron que yo era budista, aunque todavía no lo supiera”.

Ahora que está montando Three Peaks junto a Florian Miosge, que también montó su primera película, a Zabeil le parece que el montaje es algo “muy creativo y exigente. Le doy un gran valor; la complejidad y la fuerza de las escenas, el ritmo, todo ello determina la existencia del film. Es donde la película puede revelarse en todo su potencial y sus posibilidades. Es como un inmenso rompecabezas. Por la noche, sueño con la cronología, la recorro en ambas direcciones, poniendo a prueba su flujo una y otra vez. Y, a veces, hay que estar abierto a nuevas posibilidades que pueden intensificar estados de ánimo y potenciar escenas que a lo mejor eran diferentes en el guion”.

La música también es un tema interesante para Zabeil: “Alexander toca un órgano en la película, ¡lo toca realmente! Es una escena importante, y utilizo esos sonidos en toda la película. Es música natural que surge en la película. El instrumento respira, del mismo modo que el personaje de Alexander necesita respirar cuando bucea debajo del hielo, tratando de llegar a la superficie”.

En colaboración con

 

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(Traducción del inglés)

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