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Annarita Zambrano • Directora

"Una generación secuestrada por la violencia"

por 

- CANNES 2017: Estuvimos con Annarita Zambrano, única directora italiana presente en Cannes, concretamente en la sección Un Certain Regard, con Dopo la guerra

Annarita Zambrano • Directora
(© F. Silvestre de Sacy / Festival de Cannes)

Annarita Zambrano es la única cineasta italiana presente en el 70º Festival de Cannes, en el que participa en la sección Un Certain Regard con Dopo la guerra [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Annarita Zambrano
ficha de la película
]
, en la que cuenta la historia de un antiguo terrorista condenado a cadena perpetua y refugiado en Francia gracias a la doctrina Mitterrand. Las francesas Cinéma Defacto y Sensito Films produjeron esta película con un presupuesto de unos 3 millones de euros en el que participan en calidad de coproductoras italianas Movimento Film y I Wonder Pictures.

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Cineuropa: ¿Es la suya una película política o una vivencia privada?
Annarita Zambrano: No cabe duda de que parte de un trasfondo político pero acaba hablando de lo humano. Quería hacer una película sobre una pequeña historia que tropieza con la gran Historia. Algo privado que se convierte en algo público: cómo vivir cuando todos te han juzgado ya.

¿Se inspiró en alguien en particular para el protagonista?
No directamente pero se trata de un personaje que podría ser perfectamente real.

No es un personaje patético, un derrotado. Tiene su integridad, su carisma y su coherencia. ¿Qué trabajo llevó a cabo con el guion?
No hago una película para juzgar o despreciar a mi personaje; le di todo el amor posible e hice a menos la culpa. Es un antihéroe como los personajes de Scorsese o de Haneke: las luces y las sombras lo vuelven interesante. Quería hacer un retrato humano y me identifiqué con él. Y también con la periodista que lo entrevista.

El terrorismo es una herida aún abierta en Italia.
Pensábamos justamente en una película que sirviera para reabrir una reflexión sobre aquella época y sobre la doctrina Mitterrand. Un culpable es siempre culpable pero nuestro país nunca ha querido resolver la cuestión y estas personas tampoco han afrontado nunca verdaderamente sus responsabilidades. Colgaban de un hilo. La cinta no quiere dar en ningún momento respuestas jurídicas; se trata más bien de una reflexión sobre la culpa, humana y política, sobre quien no quiere tomar una decisión. La razón de Estado frente a la razón humana. La culpa que recae sobre quien se queda es una constante no sólo de la cultura clásica, véase Antígona, sino también de la católica y permea en muchos italianos, entre los que me incluyo.

Sin embargo, usted no vivió aquel periodo directamente.
Cuando Aldo Moro fue asesinado, yo tenía seis años y aquel clima de violencia lo viví de niña. Aunque no viví aquel momento en concreto, intenté dar una propia clave de lectura sobre un tema del que muchos se han apropiado, volviéndolo privado e inexpugnable. No tengo una explicación del terrorismo pero creo que es importante intentar entender. Los jóvenes tienen el derecho de contestar, pero contestar no significa asesinar a gente, qué duda cabe. Sin embargo, así se llegó a entender. Toda una generación fue secuestrada por esta violencia.

¿Cómo escogió a sus dos protagonistas, Giuseppe Battiston y la joven Charlotte Cétaire?
Charlotte me impactó por sus silencios: un actor debe saber actuar cuando está callado. Es una bailarina muy tenaz y rebelde, no le interesa la carrera de actriz. Battiston viene del teatro dramático, si bien el cine italiano lo usa para las comedias brillantes. Con él quería un antirromántico contra la fascinación del terrorista a lo Che Guevara. Es un hombre que recuerda a Orson Welles, con esa corpulencia que ocupa todo el espacio, el espacio físico y el mental de la hija Viola.

Usted vive en París. ¿Hay un cortocircuito entre el terrorismo de los años 70 y el islámico actual?
Vivo en la misma calle del Bataclan y aquello fue un trauma para todos nosotros. Estamos despertando de nuestra cerrazón social y sentimos la amenaza de la guerra. Y es grave cuando la violencia se banaliza y se vuelve normal. Los franceses están afrontando el terrorismo de la mejor manera posible: sin renunciar a salir de casa y a vivir sus vidas.

Dopo la guerra tiene dos almas, una italiana y una francesa.
Empecé a hacer mis primeras películas en Francia pero mi primer largometraje, éste, es italiano. Un director sin el propio país tiene la mitad de ideas y cosas que contar; no se puede desarraigar a un artista. Quiero hacer cine en Italia pero, al mismo tiempo, debo muchísimo a Francia: me enseñó a tener dignidad como autora y a trabajar mejor que otros para competir con los demás.

La cinta es una producción francesa en la que después entró Italia.
Todo empezó en Francia gracias al adelanto a cuenta de futuros ingresos del CNC, lo que me llevó seis años de mi vida, seis años de trabajo. Italia vino después y sin mi país no habría podido completar la película. Sin embargo, en Italia se esperan historias intimistas de una mujer que debuta en el largometraje y nadie quiso saber nada en fase de escritura. El sistema francés funciona porque está basado en la distribución y eso te permite rodar una película con mayor seguridad.

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(Traducción del italiano)

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