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Enrique Baró • Director

“El cine fue para mí un lugar de salvación”

por 

- Se estrena por fin en España, tras presentarse en el festival de Sevilla y pasar por el D’A de Barcelona, La película de nuestra vida, primer largometraje de Enrique Baró

Enrique Baró • Director
(© Lorenzo Pascasio)

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discurre por los márgenes de la ficción y el documental, con la nostalgia y la cinefilia como elementos aglutinadores. Tuvo su premiere en la sección Las nuevas olas de Sevilla 2016, mereció una mención especial en el reciente Festival de Cinema d’Autor de Barcelona y ahora se estrena en salas españolas, distribuido por Márgenes. Enrique Baró, su director, guionista, productor y montador, nos desvela algunos detalles.

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Cineuropa: En España, ¿o te auto produces o no haces cine?
Enrique Baró: Vi que si iba por los cauces habituales de producción y subvenciones, acabaría perdiendo la energía para rodar, así que al ser una película tan pequeña, me dio un ataque de valentía, o temeridad, y armé un rodaje sencillo: acabamos haciendo un film cómo mi familia registraba las imágenes de su vida. Se hizo casi por casualidad y la gente se unió al proyecto de manera natural y desinteresada. Éste es uno de los éxitos y de las perversiones del sistema: se ha podido hacer esta película, pero otro debate sería si este sistema es sostenible.

Tu propia familia como argumento…
Nunca son suficientes las películas que hablan de experiencias: es un filón inagotable. Gil de Biedma decía que el único tema que hay es: “yo y el paso del tiempo”. Soy tímido y me sorprendo de haber rodado una película personal y autobiográfica: está hecha con elementos que podía controlar.

El verano es un estado anímico en tu película.
Totalmente, aunque se rodó en mayo: nos inventamos un verano en una semana, así que nos regalamos uno más en nuestras vidas. El montaje se hizo en invierno, así que en el proceso me regalaba momentos de verano.

La ficción y la realidad se revuelcan constantemente en el film.
Eso no fue construido, porque en esa casa yo lo he vivido siempre así. Es una casa construida por mi abuelo en el año 50, quien tenía películas de 9 mm y medio en aquella época, algo que hemos vivido de forma natural, disfrutando y jugando, siendo el acto de grabar parte de nuestra distracción. Hemos estado siempre intentando capturar esos momentos: he visto a mi padre y abuelo haciendo eso continuamente.

La cinefilia es en tu película no sólo un salvavidas de la realidad sino también un calendario vital: recuerdas tu vida a través del cine.
Ya he colocado al cine en un lugar más adulto, pero yo empecé en el cine porque era un lugar de salvación total, un lugar con toda la poética posible, el refugio de la sala oscura, un lugar que no se diferenciaba demasiado de la vida. Y los actores son para mí como un santoral laico.

¿Es la nostalgia el motor de La película de nuestra vida?
Sí, pero tiene algo terapéutico: yo adolezco de nostalgia, por eso había que trabajar con una que fuera constructiva, no regocijante ni retrógrada, sino que sirviera para recordar y revivirlo, activándolo en tiempo presente. Que no nos olvidemos de seguir disfrutando, pues dentro de veinte años recordaremos este momento como divertido. Los personajes de mi película disfrutan siempre del momento.

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