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Govinda Van Maele • Director

“Rodar una película en Luxemburgo te obliga a enfrentarte a un problema estético”

por 

- TORONTO 2017: Cineuropa se reunió con Govinda Van Maele para hablar sobre su primera película, Gutland, que se ha proyectado en la sección Discovery

Govinda Van Maele  • Director
(© Vincent Courtois/Festival EntreVues)

El director y guionista luxemburgués Govinda Van Maele explora los límites de la fantasía y de la realidad en su primera película, Gutland [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Govinda Van Maele
ficha de la película
]
, cine negro surrealista y rural que se ha estrenado en la sección Discovery de la 42ª edición del Festival Internacional de Cine de Toronto. Cineuropa tuvo la oportunidad de hablar con él sobre sus influencias, la búsqueda de la identidad y la imagen “inmaculada” de su país.   

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Cineuropa: ¿Cuál fue la premisa detrás de tu película y por qué creaste una historia de cine negro rural?
Govinda Van Maele: mi intención era hacer una película que se acercase a la realidad que representa como lo haría un documental, mientras pone la narrativa en un plano increíblemente fantástico y surrealista. No me interesa mucho la realidad objetiva, sea cual sea, sino que me parece esencial que mi película sea fiel a mí y a la realidad del mundo en que vivo. Me parece que el cine de género y, en concreto el cine negro, permite un acercamiento indirecto y satírico a temas sociales relevantes.

Crecí en un pueblo muy parecido al que aparece en la película. Cuando éramos niños, mi hermano y yo hacíamos cortos de acción en las granjas vecinas, así que el escenario rural en la película es algo natural, es decir, es una vuelta a mis raíces. Una curiosidad: buena parte de la película se rodó en mi pueblo, incluida la calle donde vivía.

¿Dónde está el truco cuando un forastero es bien recibido en una “buena tierra”?
La “buena tierra” de mi película, llamada así por la región donde se rodó, necesita urgentemente algo nuevo, sangre extranjera, pero también es un lugar muy receloso de cualquier cosa que cambie el orden establecido. Jens, nuestro extranjero, es recibido con los brazos abiertos. Se le da un lugar donde quedarse, un trabajo y un futuro asegurado si está dispuesto a tomarlo pero hay un precio que tendrá que pagar, ya que para salvaguardar la identidad comunal, tiene que perder la suya propia.  

Entonces, ¿ellos necesitan que él adopte su identidad?
La identidad de uno mismo puede ser difícil de identificar si no hay un punto de referencia pero si un extranjero entra en tu entorno, inmediatamente se pone en perspectiva lo que eres y lo que no eres con respecto a esa persona. Actualmente, el auge del populismo que estamos viendo en Europa es un ejemplo de esto: enfrentarse a otras identidades étnicas y culturales hace que de repente tomes consciencia de lo que eres y de lo que ellos no son y eso refuerza tu identidad y te hace sentirte amenazado por el otro. Gutland juega con eso, ya que la comunidad de mi película le deja al intruso dos únicas opciones: asimilar o irse. El forastero es aceptado sólo si abandona su identidad y se convierte en uno de ellos. En la película, esta idea se materializa en la transformación que tiene lugar a lo largo de la historia. Al final, Jens se ha transformado físicamente en otra persona y el pueblo ha creado a una nueva persona hecha a su imagen y semejanza.  

¿Estás socavando la imagen “inmaculada” que tienen los extranjeros de Luxemburgo?
No era mi intención socavar la imagen se tiene de Luxemburgo en el extranjero, yo sólo pretendía reflejar la realidad que percibo, con independencia de lo que la gente opina sobre el país o de la imagen que Luxemburgo intenta dar al mundo. Rodar una película en Luxemburgo te obliga a enfrentarte a un problema estético: se ve muy poco desgaste, parece que todo está cubierto por una superficie inmaculada. Todas las paredes están recién pintadas, las carreteras no tienen huellas y todos los coches parecen nuevos. Es un lugar difícil para desarrollar una historia. Si quiero hacer una película que no esconda esa realidad, tendré que aceptarla. Por lo tanto, hacer una película en Luxemburgo supone acostumbrarse a la superficie inmaculada, que inmediatamente se convierte en el tema principal de la película. La única alternativa hubiese sido recorrer los lugares más ruinosos del país y unirlos para crear un pueblo que no se parezca en nada a Luxemburgo pero, ¿qué sentido tendría eso?

¿Hay un final feliz o no?  
¡Sí y no! Nuestro protagonista encuentra paz y felicidad rindiéndose ante la comunidad, integrándose con los demás. Es el clásico felices para siempre: casados con hijos y su propia casita, un ciudadano decente y corriente. Jens encuentra su libertad en prisión.

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(Traducción del inglés por Carolina Benítez)

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