27/09/2017 - SAN SEBASTIÁN 2017: Desde la más profunda admiración, Félix Viscarret traza un retrato de su maestro cinematográfico en Saura(s), entrevistando a sus hijos y a su última pareja

(© Mario Madueño)

Saura(s) [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Félix Viscarret
ficha de la película] es el segundo documental de la serie Cineastas contados, cuya primera entrega firmó Virginia García del Pino a partir de su admiración por el recientemente fallecido Basilio Martín Patino en La décima carta [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película]. Ahora Félix Viscarret nos regala su particular aproximación al director de Mamá cumple cien años, Sevillanas y El séptimo día, seleccionado en Zabaltegi-Tabakalera en el 65° Festival de San Sebastián.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

Cineuropa: En el documental Saura(s) vemos cómo el maestro pone en su sitio al alumno…
Félix Viscarret: Sí, por eso es tan divertido y es toda una lección reconducir los choques e imprevistos de la vida, y sacar lo mejor de esa confrontación: los teóricos cinematográficos dicen que si no hay conflicto no hay drama ni narración. Yo estaba preocupado por desvelar la cara intima de Carlos Saura y qué pasa si él no me dejaba entrever ese misterio. De repente me di cuenta que esa angustia mía era parte del film, del retrato cinematográfico de un director de otra generación (yo) queriendo descubrir los secretos del maestro. Esa imposibilidad, a veces, de llegar a él es parte del documental.

Pero finalmente acabas siendo como un hijo más para Saura…
Él dice que las películas son nuestras criaturas, así que los directores que hemos aprendido de esas películas suyas somos también, de alguna manera, sus hijos adoptivos. Al final él me acaba incluyendo casi como un octavo hijo, al menos adoptivo, durante esta aventura. Por un lado se resistía a abrir determinadas puertas de su pasado y yo tenía que llamar a ellas, y por otro, él también me incluía, rompiendo la cuarta pared y dirigiéndose a mí en las conversaciones con sus hijos. Es divertida esa dualidad: no querer desvelar partes recónditas de su pasado pero, a la vez, estar continuamente incluyéndome.

Parece un padre ausente que, a la vez, te acoge.
Es muy bonito lo que dices porque una cosa vital de esta película es que nada es ni blanco ni negro, porque también hay en todos los hijos cariño, amor y una sensación de unidad, de familia, de pertenencia a ese clan, a ese patriarca, a pesar de la diferencia generacional entre los mayores y la más pequeña, a pesar de que procedan de relaciones o matrimonios diferentes y de ser un genio que se mantiene vivo dedicándose obsesivamente a su creación: por eso nada en la vida es tan simplista.

Además, Saura les ha inoculado el amor por la creatividad, pues todos ellos se dedican al cine o artes creativas.
Así es: por eso me apetecía retratar no sólo al genio sino también a su familia, porque me parecía muy emblemática e intergeneracional. Todos se dedican a actividades cercanas al audiovisual: es algo bastante curioso.

¿Por qué tomaste la decisión de aparecer tú también en pantalla?
Mi planteamiento inicial era completamente opuesto a eso, riguroso, quería que fuera una conversación sólo con sus hijos. Pero a veces es un error: no hay que ceñirse a las ideas preconcebidas y Saura me ha enseñado a arriesgarme y a innovar, con su humor, con esas referencias a mí. Al final descubrí que parte de la película era mostrar esa lucha por quererle retratar. La situación me obligó a eso: si no lo incluyo, el retrato estaría cojo. Una parte de esta aventura fue ese tira y afloja, esa lucha de dos cabezotas.