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MÁLAGA 2019

Mikel Rueda • Director de El doble más quince

"No existe una sola manera de amar"

por 

- El cineasta vasco Mikel Rueda regresa a la competición de la sección oficial del Festival de Málaga –donde estuvo con su anterior A escondidas, hace cinco años– con El doble más quince

Mikel Rueda  • Director de El doble más quince

Mikel Rueda (Bilbao, 1980) presentó hace tres años en el Festival de Málaga su cortometraje Caminan, protagonizado por Maribel Verdú y Germán Alcarazu, los mismos que intervienen en su nuevo largometraje, El doble más quince [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Mikel Rueda
ficha de la película
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, que viene a ser una especie de ampliación de aquel film breve. Asimismo, esta ciudad mediterránea acogió hace cinco la presentación de A escondidas [+lee también:
tráiler
ficha de la película
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, película sobre amores homosexuales juveniles que se estrenó en más de 14 países, como Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos, además de España.

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Cineuropa: En este festival de Málaga pudimos ver en una edición anterior tu cortometraje Caminan. Este largo, El doble más quince, ¿viene a ser como una continuación?
Mikel Rueda:
Caminan nació como una invitación del Festival de Cine de Bilbao (Zinebi) de hacer una película con varios directores de la ciudad y yo ya tenía en mente entonces El doble... y decidí rodar una secuencia autoconclusiva que me sirviera para testar tonos, colores, actores –Maribel y Germán, a ver si tenían química entre ellos–, y a la vez nos pudiera servir como teaser para conseguir financiación.  Fue la oportunidad perfecta para hacer todo eso y sí, estuvimos aquí en Málaga, así que este festival es como mi segunda casa.

Con el joven actor Germán Alcarazu es la tercera vez que trabajas...
Sí, filmamos A escondidas y Caminan previamente. Germán salió de un casting de 4.500 chavales, lo hizo fenomenal y yo tenía claro que lo quería a él de protagonista de El doble más quince. El problema era el tiempo: cuantos más meses transcurrían, más mayor él se hacía y menos posibilidades había de que encajara en el personaje que tenía que interpretar. Justo conseguimos la financiación en un momento en que todavía podía pasar por la edad de su rol y entonces fuimos adelante con Germán.

¿Y cómo se involucró Maribel Verdú en ambos proyectos: el corto y el largometraje?
Escribí el guion pensando siempre en ella, pero no la conocía personalmente. A través de la actriz Bárbara Goenaga, que es amiga mía y suya, la conocí, nos caímos muy bien, como en un flechazo, le encantó el guion y me dijo que se ponía en mis manos. La cámara, en la película, va todo el tiempo sobre ellos dos: son dos personajes caminando, hablando de forma naturalista. Estoy muy contento por la química surgida entre ambos y que hayan hecho un trabajo a priori sencillo, pero que no lo es en absoluto.

¿Por qué te interesó abordar la crisis de la madurez a través de uno de los personajes centrales?
En mi entorno, me rodeo de gente que está cerca de llegar a los cincuenta años de edad y también es una cuestión de autoreflexión: cómo me vi en la adolescencia y cómo me veré en esa edad, pues creo que repetimos patrones en la vida.Me parecía interesante hacer el juego de juntar la edad adulta con la adolescencia, porque al final pensamos que crecemos hacia un punto, pero luego volvemos todo el rato al mismo punto de partida.

También abordas el sexo en la madurez, otro tema no muy tratado en el cine...
Sí, desde el primer momento había dudas sobre cómo abordar esa escena, que yo tenía claro que había que rodarla, aunque existían dudas al respecto. Además, esa escena explicaba muy bien el camino y el viaje hecho por los dos personajes. Es cierto que el asunto no está muy tratado o se hace de una manera muy específica: parece que el sexo sólo se puede reducir a un tipo de objetivo, cuando puede tener muchos, caben muchas cosas.

Internet facilita el contacto entre dos personas de generaciones distantes.
Es cierto que las nuevas tecnologías nos han cambiado las formas de comunicarnos y relacionarnos, permitiendo cosas que antes eran más difíciles, pero a la hora de la verdad tenemos que vernos las caras y ahí todo lo construido virtualmente se puede desmontar. Eso les sucede a los personajes de mi película. Y los chavales de hoy  están indefensos ante la realidad, el cara a cara. Los seres humanos somos sociales y necesitamos contacto físico: está bien que cambien las formas de relacionarnos, pero en el contacto nos presentamos como somos realmente.

Tu película parece romper esquemas sociales establecidos respecto a las relaciones.
Vivimos en una sociedad donde lo que se sale de la norma, rápidamente hay que señalarlo o ponerle una etiqueta: si no lo nombramos, lo apartamos, porque se sale de lo que nos hace sentir seguro. Me apetecía poner en tela de juicio lo que tiene que ver con el amor romántico, hacía donde tiene que ir la pareja, por qué nos educan de una manera en las relaciones, siempre en la misma dirección... y no es así realmente, porque cada uno hace con sus relaciones lo que quiere. Vivimos en tiempos donde tratamos de poner un velo, para que los demás no nos señalen porque nos salimos de la norma: creo que es el momento de correr esas cortinas y que cada uno viva como le dé la gana, porque no existe una sola manera de querer ni de estar con alguien, como ya traté en A escondidas.

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