email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

MÁLAGA 2020

David Trueba • Director de A este lado del mundo

"Externalizamos nuestra parte vergonzante"

por 

- Con A este lado del mundo, David Trueba pone su foco –crítico– en el problema de la inmigración, trasladando a su inane personaje central a la ciudad fronteriza de Melilla

David Trueba • Director de A este lado del mundo

El cineasta y periodista madrileño David Trueba volvió a competir en la sección oficial del Festival de Málaga, en su 23ª edición, celebrada la semana pasada, con su último film, A este lado del mundo [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: David Trueba
ficha de la película
]
, tras haber ganado hace dos años, aquí mismo, la Biznaga de Plata - Premio Especial del Jurado con su anterior título Casi 40 [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: David Trueba
ficha de la película
]
. En la terraza del hotel AC de la ciudad andaluza, sede del certamen, el director/guionista/productor recibe a este corresponsal.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

Cineuropa: La idea de la película, esa preocupación por la inmigración que plantea, ¿surge vinculada a tu faceta como columnista en un periódico de gran difusión?
David Trueba:
Sí, tiene mucha influencia, pero a veces echas de meno la potencia de la ficción: porque el periodismo se queda en el suceso y nos gusta que nos cuenten las historias que hay detrás de las noticias. Viajando a Melilla me di cuenta de que me gustaban, ya desde que era pequeño, las películas fronterizas: tenemos dos ciudades españolas en África –Ceuta y Melilla– y somos el país fronterizo entre África y Europa, pobres y ricos. Y no hablamos de ellas, lo hacemos con un ternurismo barato o desde el género narco, pero debemos tratarlo desde el punto de vista del español medio, que no quiere enterarse de lo que pasa allí. De vez en cuando alguna noticia nos perturba, pero la frontera es permeable por naturaleza, no una puerta cerrada.

Como dice el refrán, “Ojos que no ven, corazón que no siente”...
Sí, o externalizar el mal. Como vivimos en democracias bastante solidarias, hay algo en nuestra conciencia que nos dice: si hay que hacer daño, no lo hagamos nosotros; entonces los españoles subcontratan a fuerzas de seguridad, instalaciones y a una autoridad para que hagan el trabajo sucio. Externalizamos nuestra parte vergonzante.

Compramos así al sicario que se encarga de hacer el trabajo sucio...
¡Es que no sabemos hacerlo de otra manera! No creo que seamos malas personas por naturaleza, pero cuando lo estudias y analizas te das cuenta de que esto se remonta –como dice un personaje en el film- a cuatro mil años atrás, el tiempo que llevamos construyendo ese tipo de barreras, que no tienen nada que ver con la raza, sino con el dinero: en España un inmigrante puede comprar la nacionalidad si adquiere un piso de 400.000€. El problema no es la recepción del emigrante, sino que sea aquél sea pobre.

¿Y no existe una solución?
No lo resolvieron los romanos en tiempos de Adriano, no lo haremos nosotros ahora. La muerte, como la división geográfica entre ricos y pobres, es otro asunto que no se puede resolver. Hay que convivir y optar por soluciones básicas, como la dignidad de las personas, ayuda a quien se ahoga y no dejar morir de hambre a nadie. Pero el problema va a seguir...

Y nos conformamos con gritarlo en las redes sociales...
Eso es: ahí estamos indignados y solidarios. Siempre quien tiene menos intentará llegar al sitio donde hay más, porque progresar es lo que queremos hacer todos: mejorar nuestra situación. Poner vallas es algo tan antiguo... parece que no hemos dado con algo más sofisticado.

¿Tú has producido la película?
Sí, para entrar en Melilla es bueno entrar con un equipo reducido de rodaje. Tuvimos acceso a la autenticidad, porque trabajábamos rápido. Hace tiempo que me acostumbré a rodar con equipos de seis o siete personas y trabajo muy agusto. Es verdad que no tienes drones, pero sí otras ventajas. Pierdes espectacularidad, pero a veces la realidad es también espectacular. Cada película requiere un formato y estas pequeñas te dan ciertos placeres. Yo sólo sé hablar de lo que tengo cerca y conozco, aunque sé que la actitud generalizada es: no me cuentes, no me metas en líos, no quiero saber nada de eso...

Pero a veces se hacen películas sobre temas peliagudos, como la pobreza, desde cierto ternurismo...
Son facilonas, en plan vamos a hacer llorar un poquito... El ternurismo del cine consiste en lavarle la cara al mundo, por eso el cine social se hace desde convencidos para convencidos, pero es mucho mejor ir a buscar a tierra hostil: por eso me gusta meter en mis películas personajes que son un poco hostiles incluso hacia lo que yo pienso y oirles en voz alta, porque si no, sales a la vida y estás desprotegido, te apabullan con ciertos discursos: vamos por eso a escucharlos a todos.

Explorar territorios, traspasar fronteras ideológicas...
Claro, salir de tus cuatro paredes, donde estás tan protegido y además estás convencido de tener la razón en todo. Hay que escuchar a todos y que así se abra el debate.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Lee también

Privacy Policy