30/08/2021 - El documental, sobre un niño criado a través del método Kameveda, ha tenido su estreno mundial en la competición por el Globo de Cristal de Karlovy Vary

(© Vojtěch Havlík)

¿Cómo se debería criar a un hijo? ¿Acaso hay una manera “correcta”? Estas son las preguntas que se plantea Erika Hníková en su nueva película, Every Single Minute [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Erika Hníková
ficha de la película], ganadora del Premio especial del jurado en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary (echa un vistazo a la noticia). La directora habla con Cineuropa sobre la producción de la película, y de cómo tuvo que calmar sus propios prejuicios sobre el método Kameveda para hacer una película neutral que dejase al público decidir si los Hanuliak estaban haciendo lo correcto con su hijo.

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Cineuropa: Cuando empieza Every Single Minute, podríamos pensar que es una crítica al método Kameveda, pero no es así para nada: eres muy imparcial. ¿Cómo mantuviste las distancias?
Erika Hníková: Espero que tampoco parezca apoyar el método. Lo que quería como directora era darle un enfoque neutral. Tengo un hijo de ocho años. Durante el rodaje, tuve mis más y mis menos en lo que a la familia se refiere. Así que cuando oí hablar de ellos por primera vez, mi primera impresión fue que estaban locos de remate porque yo tenía experiencia cuidando a un hijo, y pensaba que se les había ido la pinza por hacerse esto a sí mismos. También pensé que estaban locos por su hijo, puesto que no es normal hacerle esto a tu niño.

Sin embargo, cuando comenzó el rodaje, empecé a tener sentimientos encontrados. Todas mis películas anteriores son una crítica y tienen un punto de vista claro, así que yo diría que es normal que mis documentales adopten ese enfoque. Pero esta película era una constante montaña rusa de emociones. Sentía que estaban tratándole de una forma horrible, pero, por otro lado, ellos le quieren y él a ellos también. Están llenos de energía, y le pueden dedicar mucho tiempo. Al ver que me seguía sintiendo así durante el rodaje, supe que quería hacer una película neutral, donde pudieses ver cómo viven y en la que pudieses sacar tus propias conclusiones según lo que hayas visto en la película.

Una de las cosas que más llaman la atención es que el hijo parece ser un niño muy estable. ¿A ti te sorprendió?
Durante el rodaje y mi investigación, en la que invertí un montón de tiempo, nunca estaba nervioso; siempre era gracioso, y quería hacer todo. Si no quería hacer algo en particular, lo decía con una calma y educación increíbles, y solo tenía tres años y medio por aquel entonces. ¡Cuando mi hijo no quería hacer algo, me gritaba! Como no le presionaron para hacerlo, hizo otra cosa en su lugar. Al principio del rodaje, pensaba que lo vería llorando al cabo de unos días, que lo presionarían y que se gritarían los unos a los otros… pero no fue así.

Así que, al final, has hecho una película sobre las difíciles decisiones que deben tomar los padres cuando crían a un hijo.
Quería que el público se hiciese preguntas como: ¿qué hago yo por mi hijo? ¿Hago lo suficiente? ¿En qué aspectos debería esforzarme más? ¿En qué aspectos podría esforzarme más? ¿Soy un buen padre o un mal padre? Para mí, también es una película sobre si podemos o no influenciar a nuestros hijos. Esto me parece un tema muy importante porque nunca haría algo así con mi hijo. Creo que los niños nacen para ser espíritus libres, y considero que necesitan descubrir por su cuenta lo que quieren hacer en la vida.

Pero, ¿acaso puede un niño ser un espíritu libre? Siempre hay cierto nivel de control.
Sí, pero el nivel de control puede variar. Desde mi punto de vista, también es una película sobre su relación sentimental, porque también puede cambiar mucho cuando tienes un hijo.

(Traducción del inglés por Nuria Olivas Valera)