06/09/2021 - VENECIA 2021: El director se unió a un grupo de espeleólogos en una cueva calabresa para recrear la expedición del 1961

(© La Biennale di Venezia - Foto ASAC/Giorgio Zucchiatti)

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entrevista: Michelangelo Frammartino
ficha de la película], de Michelangelo Frammartino, compite en la 78ª edición del Festival de Venecia. Hemos hablado con el director sobre cómo acompañó a un grupo de doce espeleólogos hasta una profundidad de 400 metros, cámara en mano, dentro del Abismo de Bifurto (una cueva ubicada en los altos del Pollino, en Calabria) para recrear la primera exploración del lugar en 1961.

Cineuropa: ¿De dónde surgió el ímpetu de hacer esta película?
Michelangelo Frammartino: De un encuentro con Giulio Gecchele en 2016, durante una expedición espeleológica en la que participaba. Posteriormente, gracias a Antonio Larocca, un conocido espeleólogo de Calabria, descubrí la cueva de Bifurto, en la que encontré un escenario interesante para una película. Me contaron la historia de un grupo de jóvenes que, en 1961, viajaron desde el norte del país, que se encontraba en medio de un boom económico, y eligieron esta cueva en particular. No buscaban la fama, ni siquiera documentaron su experiencia. Solo sacaron algunas fotos.

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Al comienzo de la película, observamos imágenes antiguas de la Torre Pirelli en Milán. Parece que hay dos temporalidades diferentes: una trata sobre la vertiginosa transformación que experimentó Italia en los años 60, mientras que la otra relata un proceso increíblemente lento. ¿Es una reflexión sobre el tiempo?
La cueva te obliga a pensar en el tiempo. Allí abajo no existe el ciclo de día y noche, ni los cambios de temperatura que regulan nuestro cuerpo y nos sirven como puntos de referencia. Estás en plena oscuridad, la temperatura es constante y experimentas algo a nivel físico. Sientes que has estado allí abajo durante un par de horas cuando, en realidad, han sido diez. Cuando se trata de estos abismos, pierdes toda noción del tiempo.

Y también está la yuxtaposición entre el Norte industrializado y la cultura rural de Calabria.
Todavía pensamos en el Norte para cambiar las cosas, pero creo que hay una cultura mediterránea muy importante a la que debemos prestar más atención.

Históricamente, la expedición se desarrolla al mismo tiempo que la investigación del antropólogo Ernesto De Martino en el Sur. Ambos proyectos se caracterizaron por la idea de descubrir territorios desconocidos para el resto de Italia. ¿Esos lugares todavía están parcialmente inexplorados?
Yo soy calabrés, así que me siento más como el sujeto explorado que como los propios exploradores. Calabria es una región repleta de naturaleza salvaje, que tiene un lado informal y contradictorio. En este sentido, creo que es algo muy italiano, porque el concepto de "non finito" es parte de la cultura de nuestro país. Inevitablemente, cuando tienes una cámara al hombro, también estás realizando una exploración, pero debes hacerlo con mucho cuidado.

¿Tenías miedo de enfrentarte a esos niveles de oscuridad?
Esta parece una película valiente porque nos adentramos en el abismo, pero siempre he tenido miedo de los extremos verticales: de hecho, tengo fobia a las alturas, así que estaba aterrorizado desde el principio. Las primeras veces que entré en la cueva, estaba convencido de que la cuerda se rompería y que nunca saldríamos de allí con vida. La primera vez que bajamos hasta el fondo de Bifurto, nos sentimos abrumados por la fatiga. Nos llevó 20 horas ser capaces de volver a subir. Sin embargo, cuando nos dimos cuenta de que, a pesar de nuestros miedos, el proyecto avanzaba, nos sentimos más fuertes y fui consciente de que teníamos que seguir adelante.

Imagino que también fueron unas condiciones muy difíciles para el director de fotografía, Renato Berta.
A medida que descendíamos, cargando con la cámara, hasta alcanzar profundidades de 400 metros, el equipo de espeleólogos extendió un enorme cable de fibra óptica que transmitía a Berta las imágenes que estábamos filmando. Yo tenía puestos los auriculares para comunicarme con él, mientras Berta estaba sentado en una habitación oscura frente a una pantalla de alta definición. Era como si fuera un espectador en una sala de cine mientras estábamos en pleno rodaje. También hay que tener en cuenta la ausencia de luz, que debe reforzarse con sonidos. Optamos por la excelencia a la hora de realizar esta película y utilizamos un Dolby Atmos 5.1, con casi 50 fuentes de audio, para recrear la desorientación que sentimos.

¿Fue complicado combinar realidad y ficción?
La gente dice que mi trabajo forma parte de la corriente del “cine de la realidad”, que se caracteriza por lo ingobernable que puede surgir durante el rodaje. Naturalmente, cuando se trata de la reconstrucción de un evento histórico, la situación es diferente. En este caso, dado que estábamos trabajando con espeleólogos en un espacio tan restringido, sus movimientos no podían verse afectados por las necesidades del rodaje. En consecuencia, el elemento incontrolable sigue presente, y eso es algo bueno. Cuando la película escapa a nuestro control, se vuelve más interesante. Renato Berta tuvo que trabajar a partir de nuestro conflicto entre el impulso de controlarlo todo y el deseo de que la vida se abriese camino.

¿Qué significa para ti estar en la competición del Festival de Venecia con una película tan diferente a las demás?
El mío es un cine kárstico, que transcurre bajo tierra. Finjo estar a gusto aquí en Venecia, pero en realidad no lo estoy. Y estar en la competición fue una sorpresa para nosotros; pensamos que acabaríamos en una de las otras secciones.

(Traducción del italiano)