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SEMINCI 2021

Benito Zambrano • Director de Pan de limón con semillas de amapola

“Llorar en el cine es curativo”

por 

- El director andaluz se embarcó en la adaptación a la pantalla del libro homónimo de Cristina Campos, cuyo resultado se ha estrenado mundialmente en la 66ª Semana Internacional de Cine de Valladolid

Benito Zambrano  • Director de Pan de limón con semillas de amapola
(© Seminci)

Benito Zambrano regresa a la Seminci dos años después de presentar aquí Intemperie [+lee también:
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: en esta 66ª edición lo hace, en una sesión especial, con otra adaptación literaria al cine, en este caso la coproducción entre España y Luxemburgo Pan de limón con semillas de amapola [+lee también:
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, basada en la novela de Cristina Campos, que protagonizan Elia Galera y Eva Martín. Por este motivo y ante el próximo estreno del film en salas españolas hemos intercambiado impresiones con el premiado autor de Solas.

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Cineuropa: De nuevo adaptas un libro al cine. ¿Te sientes cómodo con material ajeno y de qué manera uno se enamora de un libro para dedicarle tanto tiempo, trabajo y energía?
Benito Zambrano:
Es una cuestión de conexión con las novelas: las llegas a tener tan dentro que fluyen tanto la historia como los personajes, que visualizo y empiezo a sentirlos. En ese punto ya me da igual cuál es el origen de la idea: cuando eso ocurre, me siento muy cómodo.

Intemperie era una historia de hombres rudos, en cambio Pan de limón con semillas de amapola está protagonizada por mujeres, como sucedía con tu ópera prima: Solas. ¿De qué manera un hombre se identifica con una trama femenina o no importan tanto los géneros y roles sexuales, sino contar historias interesantes?
Efectivamente, ya cuando rodé Solas, en el año 98, me preguntaban eso. La única reflexión que te puedo manifestar es que me entusiasman las historias de mujeres, me gustan las mujeres y cuando era un chaval me entretenía más escuchando a las chicas: nunca me fue el rollo del macho fortachón. Yo nunca pienso en si las historias son de mujeres o de hombres, sino en cómo son los personajes y me centro en la trama que estoy contando: solo intento ser coherente con los personajes y con la historia. E intento crear personajes inteligentes, dándome igual cuál es el sexo de esos roles, sino que me preocupa que la historia sea lo suficientemente atractiva y emotiva como para que merezca la pena contarla.

Sí, las protagonistas de Pan de limón con semillas de amapola son dos hermanas-madres, mucho más emotivas que otras madres paralelas…
Me alegra que me digas eso, no por Almodóvar, a quien admiro mucho, sino porque me gusta que la película interese, emocione y no aburra, lo cual para mí es maravilloso. Y más que me lo diga un hombre, porque a veces tienes miedo de que este tipo de historias se encasillen como femeninas y no se acerque a ellas el público masculino. Porque ya me pasó con Intemperie, que era un film muy de machos, de tíos que se pegan y huelen a sudor: eso a las mujeres no les interesa tanto; y con esta nueva tengo mis dudas también. Pero es una historia de mujeres contemporáneas e inteligentes, de ahora, que no necesitan el apadrinamiento ni el permiso de un hombre para tomar decisiones; son mujeres actuales y modernas, pero con las angustias de siempre: el maltrato, el amor, la familia, la maternidad, los celos… es una historia de mujeres con toda una vida detrás y eso me apasiona. Y lo que deseo es ser capaz de emocionar y entretener al público de cualquier edad, categoría, género y clase social.

El machismo aparece en la trama de la película…
Tiene que aparecer porque, desgraciadamente, forma parte de la vida, de la familia y la sociedad: está ahí, en las relaciones paternofiliales, las peleas entre padres e hijas, las relaciones familiares que a veces joden mucho, el pasado traumático de la infancia… Pero también aparecen la sororidad, la solidaridad, el apoyo… temas que están en cualquier narrativa, porque acompañan al ser humano.

Es inevitable sentir un nudo en la garganta e incluso que se desborde alguna lágrima viendo tu nuevo largometraje: ¿Llorar o no llorar en el cine? Esa es la cuestión… ¿hay que reivindicarlo?
Yo como espectador pago feliz mi entrada si me emociono en una sala. Y si tengo que entregar parte de mi vida a hacer una película y ésta no me conmueve ni me hace reír ni llorar, no me merece la pena. Llorar es curativo, sobre todo hacerlo por emociones verdaderas, que te ayudan a ver las cosas de otra manera. Llorar con el arte, con un libro o una canción, puede ayudar a sanar cosas: recuerdo que mucha gente me comentaba, incluso en Japón, que Solas les había cambiado la vida, entonces te das cuenta de que ha valido la pena volcar tanto esfuerzo en rodar una película.

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