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Francia

Diastème • Director de Le Monde d’hier

"Un thriller político, un relato gótico"

por 

- Después de Un Français, el cineasta vuelve a sumergirse en la política con la crepuscular Le Monde d’hier, que llega hoy a las salas de cine francesas

Diastème • Director de Le Monde d’hier

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es el cuarto largometraje de Diastème después de Le bruit des gens autour [+lee también:
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(2008), Un Français [+lee también:
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(sección Platform en Toronto 2015) y Juillet Août [+lee también:
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(2016). La película, interpretada en los papeles principales por Léa Drucker y Denis Podalydès, ha sido producida por Marielle Duigou y, Philippe Lioret para Fin Août Productions, se estrena hoy en Francia gracias a Pyramide, que también se encarga de las ventas internacionales.

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Cineuropa: Le Monde d’hier se adentra en los entresijos de la presidencia, pocos días antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en una democracia amenazada por la llegada al poder de la extrema derecha y por una bomba política que se dispone a desenmascarar por corrupción al candidato mejor posicionado del campo republicano. ¿Por qué esta temática y cómo la desarrollaste?
Diastème: Cuando tuve esta idea, pensé que era un buen tema para un thriller político. Ya había tratado este tema en Un Français, pero de una forma diferente. Además, en términos de escritura, me interesa la política desde hace 30 años, pero no tenía suficiente información, por lo que necesitaba colaboradores. Sin embargo, los periodistas Fabrice Lhomme y Gérard Davet contactaron conmigo después del estreno de Un Français para adaptar al cine uno de sus libros. Ese proyecto no se materializó pero seguimos vinculados, por lo que fui a verlos con mi idea para preguntarles si aceptaban trabajar conmigo. Cada diez días, les hacía leer lo que escribía; nos tomábamos un café, ellos me hacían comentarios, yo les hacía muchas preguntas y seguimos así durante todo el proceso de escritura. Ellos me hicieron puntualizaciones, pero también me dieron mucha libertad en la escritura en cuanto al lenguaje. Pues yo sabía que sería una película muy escrita, muy dialogada. Yo quería saber la manera en que estas personas [ndr. presidente, primer ministro, secretario general de la presidencia, candidatos de los partidos, etc.] hablan entre sí. ¿Cuáles son los vínculos? ¿Relaciones protocolarias? ¿A partir de qué momento se tratan de usted o se tutean?, etc. Me contaron muchas historias, y sobre esa base imaginé lo que quería.

¿Por qué una presidenta al final de su mandato y no un presidente?
Era bastante práctico porque no quería que fuese una película clave: con una presidenta, no habría necesidad de comparar con algún presidente de la Quinta República. Y como yo quería escribir un drama isabelino, tener una presidenta que se llamara Elisabeth funcionaba muy bien. También me gustaba la idea de que no hubiera tanta virilidad, de que fuera un combate de ideas entre ella y su secretario general. Y aunque sea un thriller político, un cuento gótico o lo que quieras, en el subtexto, es una historia de amor.  

El personaje del secretario general de la presidencia ofrece un contraste bastante interesante entre su posición de alto funcionario, motor y engranaje de todo, y su buena dosis de opacidad.
Es la eminencia gris. Sin querer dar ejemplos recientes, algunos incluso han ido a la cárcel por su opacidad. Son personajes fascinantes que podemos encontrar en películas sobre la mafia: son a la vez omniscientes y muy oscuros. Y en la práctica, el secretario general del Elíseo, y aunque en mi película no se emplea ese nombre porque hablo del palacio presidencial, es claramente el personaje más poderoso de Francia.  

¿Por qué elegiste esta forma ligeramente desfasada con respecto al realismo como es el drama isabelino?
Yo necesitaba una tragedia griega, un drama isabelino, algo de ese estilo para que la película no fuese necesariamente realista, pero que tuviera la fuerza del drama como pedía el desarrollo de la historia. Por eso la llamé Le Monde d’hier, en referencia a Stefan Zweig. Además, hay una fuerza un poco teatral en la historia porque todo ocurre en tres días.  

¿Qué puedes decirnos de la atmósfera tan crepuscular? ¿El reflejo de una vida política enferma? Y esa amenaza de la llegada al poder de la extrema derecha es de un realismo muy contemporáneo.
Yo sabía que la película iba a ser muy negra. Era una voluntad de partida muy ligada a la tragedia griega, pero también a la idea cinematográfica de la película. Por lo demás, cuando escribí Un Français hace seis años, el auge de la extrema derecha y del fascismo en general, ya sea político o religioso, era bastante avasallador y no ha hecho más que empeorar desde entonces. Para mí es muy difícil, siendo director y guionista, y teniendo la posibilidad de hacer otra cosa, no observar lo que ocurre en el mundo en el que vivo: me cuesta desviar la mirada. Es la amenaza más grande a corto plazo para nuestra sociedad.  

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(Traducción del francés)

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