16/09/2022 - Con su cuarto largometraje, el director llega aún más lejos a la hora de inquietar al respetable, demostrando que la suya no es una carrera acomodaticia ni para todos los públicos

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ficha de la película], el nuevo thriller psicológico de Carlos Vermut, el cineasta español más atrevido del presente y uno de los más talentosos. Con él hablamos porque su último film se ha presentado en la sección Contemporary World Cinema de Toronto y pasará por Fantastic Fest de Austin y Sitges antes de su estreno en salas españolas.

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Cineuropa: ¿Cómo ha sido la experiencia canadiense?
Carlos Vermut: He estado con mis tres últimas películas aquí y me conozco ya bastante bien sus salas de cines. El festival está guay, es como un mercado muy grande, dirigido a la sensibilidad del público norteamericano, pero es genial que tenga ventanas para otro tipo de películas y de otros lugares.

¿Cómo reaccionó el público ante el visionado de una cinta tan inusual como Mantícora?
La reacción inmediata no la puedes conocer, porque cuando la película acaba, la gente no reacciona inmediatamente. No es una comedia, la cual sabes en el momento si ha funcionado a través de las risas, o una de terror por los gritos. Creo que esta es una película que la gente prefiere llevarse y tener relación con ella más adelante. Es cierto que, en el encuentro con los espectadores posterior a la proyección, tenían mucha curiosidad y necesidad de hablar de ella, de preguntar y de entenderla de alguna manera. Es una película que siento que necesita tiempo para respirarla y creo que es el tipo de film que quería hacer y que a mí me gusta, y eso he sentido que sucede con el público.

Confieso que me quedé en shock tras su visionado y estuve dos semanas rumiándola, volviéndome a la cabeza escenas que no pensé que me iban a impactar tanto. Es una película que cala muy dentro sin darte cuenta.
Me alegro. De hecho, cuando estaba escribiendo el guion tenía esa sensación: de que quería dedicarle tiempo y trabajarlo a varios niveles. Estamos acostumbrados a tantos estrenos, entre las plataformas y salas, que las películas las olvidamos rápidamente. No me importa tanto que la gente la considere buena o no, que es una valoración superficial, como el hecho de que sí le acompañe más tiempo, a no todos los espectadores, pero que encuentre su público y cree esa relación con él: que sienta que la película le ha tocado de alguna manera. Eso me parece interesante.

¿Qué fue antes: el argumento o el título?
El argumento era lo primero, que tenía en mente desde hace bastantes años, pero no conseguía encontrar un tercer acto que me satisficiera y de repente lo hallé, y ya salió sola, trabajando durante la pandemia. Se fueron añadiendo los elementos de videojuego, más estéticos y plásticos, apareció la imagen de la mantícora y dio nombre a la película.

¿Por qué poner de protagonista a alguien que trabaja en mundos virtuales que, de alguna manera, le ayudan a sublimar su problema innombrable?
Eso vino después, pues en la primera versión el personaje no se dedicaba a eso, pero yo empecé a trabajar con realidad virtual para otra cosa. Este aspecto se fue incorporando y dando sentido a ese primer acto del largometraje, donde él tiene esa relación con las imágenes y luego enlaza con el hecho de crear su deseo a imagen y semejanza. En ese sentido entendí que los videojuegos podían formar parte de la película y se incorporaron durante la escritura del guion.

Sin hacer spoiler, ¿por qué poner a alguien con tamaño oscuro secreto de protagonista?
En la historia del cine siempre ha habido películas sobre personajes controvertidos o monstruosos. Esto pone al escritor en la tesitura de construir una historia interesante. No encontraba el punto de vista del que hablar de este asunto y cuando encontré la perspectiva adecuada la historia salió sola. Yo te podría preguntar: ¿por qué hablamos de gánster y hacemos películas de la mafia? Son gente mucho peor que un tipo que simplemente tiene un deseo que ni siquiera ha materializado nunca. Pero rodamos películas de gánster y les ponemos una música genial, pero ellos matan gente y trafican con personas: ¡encima les mostramos como tíos bastante cool! Ese dilema moral me animó aún más a hacer la película, pues se me planteaba como escritor y me apetecía trasladarlo al público: el protagonista genera rechazo pero, de alguna manera, como espectador empatizo con el dolor que le provoca ese deseo oculto que tiene. Me pareció interesante esa premisa. Porque a veces hacer películas sobre personajes monstruosos tiene una parte bastante apetecible.