08/02/2023 - Hemos hablado con el director holandés sobre su íntimo autorretrato, en el que intenta superar una experiencia dramática de su vida

El director holandés Guido van der Werve ha hecho el estreno mundial de su documental autobiográfico The Breath of Life [+lee también:
tráiler
entrevista: Guido van der Werve
ficha de la película] en la competición Tiger del IFFR. Hemos hablado con él sobre el accidente en bicicleta que le cambió la vida, le ayudó a procesar traumas del pasado y, al mismo tiempo, le permitió aceptar el futuro. El director también nos ha contado cómo buscó un enfoque más universal del tema para que los espectadores pudieran identificarse con él.

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Cineuropa: ¿Podrías explicar el título de la película en holandés, Nummer achttien (literalmente “Número 18”)?
Guido van der Werve: Tiene un significado muy sencillo: es la película número 18 que hago. Empecé a numerar mis obras desde que rodé mi trabajo de graduación. Siempre me han llamado la atención las matemáticas. Eso significa que el título no es tan importante, y que generalmente son más importantes los subtítulos.

¿Por qué has querido rodar esta película? ¿Te ha ayudado a procesar lo vivido?
Me gusta mantener una distancia corta con mi obra, y de hecho mis películas suelen ser un reflejo de mí mismo. Después del accidente, cuando recuperé la conciencia, me pregunté cuál podría ser mi siguiente paso. La gente que me conocía, especialmente de mi círculo profesional, no paraba de preguntarme qué había pasado. Eso me impulsó a rodar una película sobre lo sucedido, en lugar de verme obligado a contar la misma historia una y otra vez. Durante mi rehabilitación, también me di cuenta de la magnitud de lo que había pasado. Los médicos me dijeron que tenía que estar muy agradecido por haber sobrevivido, ya que el 99% de la gente habría muerto en un accidente como aquel. Entonces mi cámara empezó a venir al centro de rehabilitación, a finales de 2016, y empezamos a documentarlo todo. Y mientras yo recapacitaba sobre mi vida en aquellos momentos, se me pasaron por la mente muchos instantes de mi infancia. Entonces me di cuenta de que a lo largo de mi vida me había estado esforzando sobremanera en compensar algo que yo llamaría un complejo de inferioridad. En esta película he procesado mis traumas infantiles.

Utilizas distintos tipos de imágenes: imágenes de documental, escenas recreadas y material de archivo. ¿Cuáles eran los aspectos más destacados de tu concepto?
Cuando falleció mi padre, hace diez años, dejó un archivo enorme de imágenes. Grabó muchos vídeos. Un día, mientras los veía, caí en la cuenta de que había muchos paralelismos entre su vida y la mía. Él era pintor, pero no llegó a exponer su trabajo, así que en su lugar trabajaba como profesor de dibujo. Probablemente también se sintiera como un marginado. Incluir todo aquel archivo me permitió dar visibilidad a estos paralelismos. Los ojos de mi padre son los vídeos de 8 mm, mientras que los míos son las nuevas técnicas. Las nuevas imágenes de mí mismo y las nuevas escenas me sirvieron para trazar un paralelismo entre mi primera vida, la que tenía antes del accidente, y mi segunda vida, la que comenzó después del accidente.

¿No te resultó difícil escarbar tanto en tus emociones tan profundas y luego elegir hasta dónde querías mostrar en la película?
Soy artista, así que soy egocéntrico por naturaleza. Y haber pasado por la rehabilitación por la que pasé, durante la cual todo y todos se centraron en mí, no ayuda en absoluto. Además, el reparto lo componemos mi familia y yo mismo. Pero desde el momento en el que recibimos una subvención de producción de los Países Bajos, fue muy importante pensar detenidamente sobre la perspectiva de los espectadores: ¿qué hace falta para que el público se sienta identificado con la película? Abordar esta cuestión con un productor resultó de gran ayuda. Tuve que despejar mucho el camino. Me costó encontrar el peso adecuado para algunos de los detalles, pero mi productor no paraba de preguntarme por qué quería mostrar determinadas cosas. Está todo muy hablado.

¿Te costó convencer a tu familia para que participara en el proyecto?
Están acostumbrados a mí y a mis ideas, a veces algo locas. Confiaban mucho en mí después de haber sobrevivido al accidente. Lo importante para mí era que mi madre leyera el guion, porque la persona que la interpreta no solo dice cosas bonitas. Pero mi madre es realista y al final me dio toda la libertad que yo necesitaba.

¿Cuál dirías que es la razón por la que haces películas?
Desde que era pequeño, la música fue la forma de arte que me tocaba más directamente. Aunque mi padre tenía más contacto con el arte visual, a mí no me llamaba tanto. Pero entonces probé con el cine y descubrí que podría ser la forma de arte idónea para mí. El cine es una solución para lo que quiero hacer, que es emocionar a la gente.

(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)