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Helma Sanders-Brahms • Directora

Enamorada del cine

por 

Amanecer en Ostia, en el Mediterráneo: Una joven desciende desde las dunas a la playa. Quiere entrevistar al director italiano Pier Paolo Pasolini, que rodará una escena de su película Medea aquí. Los contornos del paisaje se van haciendo visibles gradualmente -el mar, la playa, los raíles sobre los que se moverá la cámara. Al borde del mar, cuatro hombres montan caballos marrones. Los hombres están desnudos, llevan conchas en el pelo. El color de su piel bronceada se mezcla con el pelaje marrón de los caballos. Un hombre bajo y delgado camina hacia ellos. Es Pasolini. Ella le cuenta el motivo por el que ha venido. Él la mira con sus grandes y luminosos ojos y dice: “¡Vas a hacer películas!”. Entonces vuelve al rodaje, porque ha llegado el momento que ha estado esperando media noche: el sol está apareciendo en el horizonte. Entonces las cámaras comienzan a moverse, los hombres desnudos cabalgan hacia el mar, en el que brilla la luz del sol...

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“Desgraciadamente, después cortó esa escena”, dice Helma Sanders-Brahms. “Pero dijo: «Vas a hacer películas», y eso me marcó realmente”.

Tenía 29 años cuando trabajaba como figurante en la WDR y conoció a Pasolini en 1969. Él le ofreció un lugar en el rodaje y ella se quedó porque sintió que se había enamorado del cine. 10 años después presenta la película que la haría famosa: Germany, Pale Mother, su propia historia y la de su madre en la Alemania de posguerra de los años 50 y 60. La película fue rechazada en Alemania. Perturbada, la directora viajó a Francia, donde su película fue exhibida en un festival de mujeres en un cine con 1.500 localidades y fue un gran éxito. Se estuvo proyectando en Francia durante un año y medio, y durante meses en Japón. Pronto los distribuidores alemanes se dieron cuenta de que había sido un error quitar la película de sus programas.

A mediados de los 80 las cosas se tranquilizaron entorno a de Helma Sanders-Brahms. Como otras personas de su generación, fue obstaculizada por jóvenes y ambiciosos productores que descartaban el cine de autor de los 70 por anticuado y pensaban que el cine alemán tenía que reinventarse. Desde ese momento, sin embargo, ella empezó a ver señales de que las cosas habían cambiado y de que se estaba “dando rienda suelta a la fantasía”. Pero tuvo que luchar durante 11 años por su nuevo proyecto, Clara, que finalmente se realizó en Alemania como una coproducción entre Alemania, Francia y Hungría.

La película narra la historia de la virtuosa del piano Clara Schumann (Martina Gedeck), que se encuentra a sí misma en un triángulo amoroso entre Robert Schumann (Pascal Greggory) y el joven compositor Johannes Brahms (Malik Sidi). Cuando su marido, Robert, muere, ella es libre para estar con Johannes, pero decide estar sola, ya que cree que sólo siendo independiente podrá llegar a ser una artista. El proyecto fue rodado en Hungría y en Renania del Norte-Westfalia. Ahora el montaje ha terminado y la película debería estar en los cines a principios de año.

La película es también autobiográfica. No sólo porque su directora está lejanamente emparentada con Johhanes Brahms y el cámara con Clara Schumann, sino porque describe a una mujer que se ha enamorado de la música, como la realizadora lo ha hecho del cine.

“El cine”, dice, “es lo más bonito que ha hecho la humanidad, lo más complejo, lo mejor. Una película realmente buena lo tiene todo. Todas las artes que ha desarrollado el ser humano a lo largo de la historia de la cultura se reúnen en el cine. Eso es lo que me gustaría hacer. Es un don, que tienes o no tienes. Hay un montón de cosas que no puedo hacer y la gente normal sí, pero cuando estoy en el rodaje me siento muy segura. Entonces lo sé: puedo hacerlo. Tuve ese mismo sentimiento cuando Pasolini dijo: «Vas a hacer películas»". Ya entonces, la directora sospechaba lo que ahora sabe, y que es dolorosamente evidente para Clara en la película: “El arte es tan posesivo cuando entras en él, que te absorbe. Tienes que darle absolutamente todo”.

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