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Francesco Munzi| • Director

"Xenofobia e violencia, sin prejuicios"

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, de Francesco Munzi, llega a la Quincena de los Directores de Cannes (y a partir del 11 de junio a los cines de toda Italia) justo en el momento en que el tema “emergencia rumanos” es uno de los más calientes en Italia, como resultado de algunos actos de violencia protagonizados por inmigrantes.

El nuevo trabajo del director de Saimir narra la historia de María, encarnada por Laura Vasiliu (4 meses, 3 semanas, 2 días), una joven asistenta rumana que trabaja para una rica familia de Turín que la despide por sospechar que les ha sustraído unas joyas. Entonces, vuelve junto a su ex-novio, también rumano, que acaba de salir de cárcel por robo.

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Cineuropa: Parece casi una respuesta cinematográfica a un tema de actualidad política.
No es una película para sostener ninguna tesis. Esto la haría más débil. Pero sí es verdad que se ha convertido en una película política por el tema que trata y porque analiza fríamente otros aspectos. La realidad ha superado a la ficción y la cuestión de los rumanos está a la orden del día. Hemos examinado el guión atentamente con los actores rumanos y ninguno ha tenido miedo de encarnar a personajes ambiguos. Laura objeto que su personaje “no tenía moral”. Le dije que la gran mayoría de los grandes personajes de la literatura eran muy ambiguos. Por ejemplo, Dostoyevski, en el cual me inspiré mucho durante la escritura del guión.

¿No te ha preocupado que esta ambigüedad pudiese ser instrumentalizada?
Pensé que había gente que podría ver la película como una estigmatización de los inmigrantes rumanos. Pero he aceptado este riesgo porque era la manera menos banal de acercarse al tema, es decir, no ofrecer una imagen azucarada pero tampoco demasiado oscura. Es necesario dar matices a los personajes, como en la literatura, para ganar profundidad. Maria ha robado realmente pero de un modo infantil, no criminal. Sin embargo, no quiero justificarla. A la hora de escribir el guión dudaba sobre su culpabilidad o inocencia, pero luego me di cuenta de que sería más interesante, aun a riesgo de ser instrumentalizada.

¿Desde el principio estaba previsto un final tan dramático?
No recuerdo cuando nació, pero me daba miedo dar una libertad absoluta al espectador. No juzgo a nadie, existe un cierto misterio sobre los personajes del final. Era la única manera de cerrar esas historias y ofrecer la mayor libertad de visión para el espectador.

Los diálogos han sido recudidos a su mínima expresión.
A veces la interpretación se apoya demasiado en los diálogos. Si se eliminan se obtiene una tensión enorme en el actor, un malestar que produce buenos resultados.

La escena de violencia no se ve directamente. ¿Ha sido una elección?
La escena adquiere una fuerza mayor si se deja al espectador la posibilidad de imaginar qué está pasando. La televisión nos ha acostumbrado a un estereotipo de escenas de crímenes. Tenía que elegir entre el hiperrealismo y, por otro lado, no mostrar nada y evocar a través del sonido lo que pasa al otro lado del muro, hacer sentir la tensión.

El nexo de unión con Saimir es la mirada adolescente del joven rumano.
Está claro que la película son cercanos al chico rumano y al hijo del protagonista porque no están corrompidos, no han tomado decisiones definitivas. Espero que sean distintas de las de la gente que les rodea.

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