email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

PELÍCULAS / CRÍTICAS

Bibliothèque Pascal

por 

- Szabolcs Hajdu se sirve en su cuarto largometraje de la mirada fantástica de una europea del este para tratar el tema de la prostitución

Cuando el río suena, agua lleva. Todas las historias, por muy fantásticas que sean, tienen una base real. De esta sencilla premisa partió el húngaro Szabolcs Hajdu para dirigir la impresionante Bibliothèque Pascal [+lee también:
tráiler
entrevista: Szabolcs Hajdu - director
entrevista: Szabolcs Hajdu
ficha de la película
]
, un largometraje en el que se narra la fea, la horrible historia de una mujer captada por una red de prostitución, como si se tratara de un tenebroso cuento de hadas.

En una de las escenas principales de la película la protagonista, Mona, mitad rumana y mitad húngara (interpretada por Orsolya Török-Illyés, esposa del director), aparece en una feria situada en el invierno de algún pueblo de Europa del este, contando una fábula en la que aparecen ángeles y que tiene en vilo a la multitud, en una muestra de las dotes declamatorias de la mujer. La escena contrasta con otra ya hacia el final del metraje, en la que la tía de Mona, Radica (interpretada por la veterana Oana Pellea) sale en un acontecimiento similar, vendiendo entradas para ver cómo Viorica (Lujza Hajdu), la pequeña hija de Mona, realiza una fantástica –en todos los sentidos de la palabra– función de cuentacuentos al alcance de muy pocos... entre ellos, el padre de Viorica, un ermitaño guapo pero homófobo (Andi Vasluianu).

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

En ambos casos, las escenas no parecen tratarse de otra cosa más que de un buen espectáculo para la audiencia, lo cual, por supuesto, es importante, pero no tanto como las historias que Mona y Viorica teatralizan: transposiciones de otras historias enterradas en lo más profundo, historias, tal vez, demasiado horribles como para enfrentarse de nuevo a ellas o escarbar en exceso.

El local que da el enigmático título a la película, Bibliothèque Pascal, es un burdel exclusivo al que asisten con frecuencia intelectuales y miembros de la alta sociedad británica. Las mujeres, los hombres y –sí, también– los niños en oferta tienen, cada uno, su propia habitación temática inspirada en célebres novelas u obras teatrales. Cuando Mona llega, le asignan la alcoba de Juana de Arco, donde tendrá que recitar versos de la obra homónima de George Bernard Shaw a sus clientes, a pesar de no saber una palabra de inglés. Resulta especialmente ingenioso el modo en que se emplea la literatura y los libros, objetos físicos del cuenta-cuentos, para dotar a los actos de perversión sexual de un toque de respetabilidad.

La obra de Hajdu, a medio camino entre realidad y fantasía, entre lo intelectual y la incultura, entre educación e instinto, está perfectamente secundada por la espectacular fotografía de Andras Nagy, que incide en los aspectos de la teatralización con unas tomas de hermosa coreografía, que, a través de la distancia, recuerdan a la audiencia que, al fin y al cabo, no están viendo más que un cuento. El último plano de la película, un tanto singular, persigue esta misma idea.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy