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FESTIVALES Francia

El árbol y la memoria, en el festival GLBT de Turín

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“No les pertenezco”, dice Frederick, cuando vuelve (aunque le vemos sólo entrar, en un campo largo de encomiable sobriedad al campo de concentración donde estuvo preso. Durante cuarenta años, ese hombre áspero que vemos pasear entre los árboles de su bosque y cada mañana despierta a sus huéspedes con música de Wagner a todo volumen (“no es algo que puedas escuchar bajito”), ha guardado con celo su historia de homosexual prisionero de un campo de concentración. Tan sólo lo sabían su esposa y su hijo mayor, que había rechazado ese hecho humillando al padre. El punto de partida de L’arbre et la forêt [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
es precisamente el funeral del primogénito, al cual no acude el padre de familia. Esta ausencia provoca una polémica tal que sólo revelando su secreto podrá explicarlas.

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La memoria es por tanto el único instrumento para llevar algo de paz. Tras la producción televisiva Nés en 68, Olivier Ducastel y Jacques Martineau vuelven Festival de Cine GLBT de Turín con un nuevo llamamiento a no olvidar. “Narrar la historia de este hombre homosexual que se declara tal después de toda una vida es una manera de recuperar algo de la historia de nuestra comunidad”, han explicado los realizadores, que han tratado una página olvidada de la historia de Francia, sólo recientemente admitida por parte de las autoridades, aunque siga estando rodeada de reticencias. “Es absurdo que no se hable de las deportaciones sufridas por los gays durante la 2ª Guerra Mundial. En Alemania se hace desde al menos veinte años”.

Apoyada en intérpretes de gran sensibilidad (por encima de todos el patriarca Guy Marchard y su mujer Françoise Fabian, que logran merecidos papeles protagonistas), la película renuncia a los trucos y los atajos típicos del género, como los flashbacks, y encuentra un ritmo clásico que da un logrado equilibrio a los cálidos interiores domésticos y las escenas al aire libre (la hermosa dirección de fotografía es obra de Mathieu Poirot Delpech), emoción y lucidez, conversaciones y silencios. Hasta el dulce y pudoroso epílogo, con los jóvenes enamorados Sabrina Seyvecou y Yannick Renier sentados a la sombra del árbol genealógico (el Family Tree del título internacional de la cinta) que “no abatiremos jamás”. La memoria no tiene ramas secas.

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(Traducción del italiano)

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