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CANNES 2010 Una Cierta Mirada

De Oliveira plasma en El extraño caso de Angélica una metafísica historia de amor

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La edición de este año de la sección de Cannes Una Cierta Mirada cuenta con una sólida serie de títulos de realizadores jóvenes y experimentados, desde Xavier Dolan y Agnès Kocsis a Jean-Luc Godard y Manoel de Oliveira, que ayer inauguró ayer las proyecciones. A sus 101 años, el director más anciano del mundo no parece dispuesto a pararse y El extraño caso de Angélica [+lee también:
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es la prueba.

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Tras su adaptación del relato de Eça de Queiroz Singularidades de una chica rubia [+lee también:
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(que fue presentada en 2009 en la Berlinale), Oliveira ha decidido en esta ocasión rescatar un guión que escribió en 1952. Ambientada en la ciudad de Régua, situada en la región de Douro, donde Oliveira desarrolla la mayoría de sus tramas, la cinta está protagonizada por Isaac (Ricardo Trepa), un joven fotógrafo al cual una familia encarga que haga un retrato de su hija, Angélica (Pilar López de Ayala).

Se trata de una sesión fotográfica bastante peculiar, ya que Angélica acaba de morir. Durante la sesión, a la cual están presentes la familia y los vecinos, Angélica parece esbozar una sonrisa a Isaac. Este es el punto de partida de una extraña obsesión que lleva a la perdición al joven fotógrafo judío.

Lo que tenía que ser un extraño encargo se convierte en una experiencia estética que abre la puerta a una nueva dimensión. Oliveira flirtea con la idea de la muerte para mostrar un tipo de amor metafísico que convierte al personaje de Trepa en un anti-héroe romántico (totalmente incomprendido por sus vecinos) y a López de Ayala es uno de los más hermosos cadáveres jamás filmados.

En su primera colaboración con Oliveira, la actriz española tiene una presencia silenciosa pero potente a lo largo de todo el metraje, desprendiendo su poder de fascinación sobre Trepa incluso cuando no está presente. La introducción de elementos fantásticos y de fantasmas voladores, algo inesperado en el cine de Oliviera, habría gustado a Burtón. Lástima que la cinta no opte a la Palma de Oro.

En cualquier caso, El extraño caso de Angélica, cuyo motor reside en los personajes, alcanza su punto álgido no en el desarrollo del amor metafísico de esta inusual pareja, sino en el modo con que Oliveira rinde homenaje al Douro. Régua es filmada como una zona en transformación, donde chocan tradición y modernidad y donde un personaje judío se introduce en un ambiente católico. Isaac está fascinado por las técnicas tradicionales de trabajar el campo y decide fotografiar el trabajo de la gente del lugar. Al final, estas imágenes son situadas junto a las del cadáver de Angélica, como metáfora del inevitable final de una época.

A lo largo de todo el metraje, el ambiente es bucólico aunque potencialmente trágico y Oliveira, irónicamente, no duda en usar la música para subrayar estos aspectos. Desde la escena inicial, el paisaje de Régua por la noche, oímos a la célebre pianista Maria João Pires tocamos Chopin. Mientras la trama se desarrolla, Chopin se mezcla con composiciones tradicionales, cuyas letras sirven de premonición de la historia de amor. En una escena clave, Isaac se desmaya en una campo de olivos y un grupo de niños canta una canción cuya estrofa final dice “Llévame cerca de mi amor”.

El extraño caso de Angélica ha sido producida por la portuguesa Filmes do Tejo, la española Eddie Saeta S.A. y la francesa Les Films de l'Après-midi. Pyramide es su agente de ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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