09/09/2010

Seductora, audaz al límite de la desfachatez, consciente de su belleza agresiva, Angèle (Clotilde Hesme), liberada de la cárcel después de que un tribunal la haya considerado responsable de la muerte del marido durante una pelea, necesita un hombre. ¿Deseo de ternura? En absoluto, se juega la custodia del hijo, confiado a los abuelos paternos, y un compañero la vendría bien de cara al juez. Un compañero como Tony (Grégory Gadebois), por ejemplo, que es exactamente el contrario de ella: corpulento, púdico y pescador. El padre ha desaparecido desde hace poco, tragado por el mar que no restituye el cuerpo, y vive con su madre.

El primer encuentro entre los dos es un desastre. Luego, sin embargo, los opuestos se atraen: ¿cómo de costumbre? No, porque el director Alix Delaporte, ya ganador del León de Oro por el corto Comment on freine dans una descente? y que debuta en el largometraje, evita excesos y efectos especiales: las etapas del acercamiento son lentas, a veces las escenas se interrumpen bruscamente (los asaltos eróticos de ella, vividos por él como un frustrante atajo), o son lanzadas con brío, en una alternancia de sentimientos que los protagonistas no logran descifrar. Como sucede a menudo en la vida, pero que se ve raramente en el cine.

Seguramente, los amantes de la desesperación cruda fruncirán el ceño ante una película, explica el director, “de pocas palabras, emociones primarias y sentimientos puros”, que se abre a la esperanza y propone una idea de comunidad (la de los pescadores de Normandía, filmados con una atención incluso documental por su trabajo cotidiano), que recibe en vez de excluir: ¿por qué privar a Angèle et Tony [+lee también:
tráiler
ficha de la película] de un final feliz merecido por ambos?

Producida por Lionceau Films, la ópera prima de Delaporte tiene como agente de ventas a Pyramide International.

(Traducción del italiano)