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PELÍCULAS Italia

Figli delle stelle: una revolución a la improvista

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No hay nada más anticuado que la idea de secuestrar a un ministro; sin embargo, esto es precisamente lo que se les ocurre a los descabellados protagonistas de Figli delle stelle [+lee también:
tráiler
ficha de la película
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, cuarto largometraje de ficción de Lucio Pellegrini, que Warner Bros Italia estrenará en 250 salas comerciales italianas el 22 de octubre.

Un joven y desgarbado estibador veneciano (Fabio Volo), un profesor treintañero en paro que trabaja en una pizzería (Piefrancesco Favino), un investigador universitario que añora la revolución marxista (Giuseppe Battiston) y un hombre sin pasado que acaba de salir de la cárcel (Paolo Sassanelli) deciden secuestrar a un ministro, pedir un rescate y utilizar el dinero para compensar a la familia de una víctima de un accidente de trabajo. Los guía un sentimiento de desilusión, amargura y rabia; también los aires de la anti-política; pero no por ello son menos torpes y terminan por secuestrar por error, implicando de paso a una joven periodista (Claudia Pandolfi), a un subsecretario desconocido (Giorgio Tirabassi) que resulta ser el único político honesto.

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«Partimos de observar la sociedad para construir una comedia profundamente anclada en una realidad cada vez más conflictiva», explica el director, cuya tercera película, Ora o mai più, recordaba los trágicos acontecimientos ocurridos en el 2001 en la cumbre del G8 en Génova. Figli delle stelle es en efecto una comedia que juega con un pasado real compuesto por secuestros y homicidios políticos y que, hace algún tiempo, habría generado polémica. Los protagonistas de esta película coral y llena de empatía no son más que soñadores unidos por su insatisfacción y su malestar, en mitad de la deriva política y social, que se representa con ligereza. «A día de hoy a la gente le cuesta cada vez más creer en la clase política. Con los guionistas, Francesco Cenni y Michele Pellegrini, nos hemos esforzado en contar cómo somos a través de una historia que linda con el surrealismo y lo grotesco”.

Con su humor eficaz, su dirección ágil y un modelo de comedia elevado como Rufufú, de Mario Monicelli, la película da cuenta, con la dosis justa de maldad, de la hipocresía y la amoralidad de la gente corriente, además de exponer el cinismo del mundo político. En un final pacificador el «secuestrador» y el político se dan cuenta de hasta qué punto se parecen. Por último, el verdadero eslabón entre realidad y espectáculo es la breve aparición del periodista y escritor Fabrizio Rondolino en el papel del ministro: fue consejero del Primer Ministro –ex comunista– Massimo D'Alema entre 1996 y 1998 y posteriormente asesor especial de comunicación para la primera edición italiana del programa de televisión «Gran Hermano».

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(Traducción del italiano)

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