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BERLINALE 2010 Fuera de competición

Almanya : una Historia alegre sobre la integración

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, presentada fuera de concurso en el festival de Berlín ante un público encantado y risueño, es una película típica alemana (no solo porque esté enteramente producida por Roxy Film), ¬a pesar de su título turco –término que hace pensar en esa lengua justo en el país de comilones de salchichas de cerdo–. Esta vena turcogermana no es precisamente la menos explotada del cine teutón, aunque sea –como sucede con frecuencia– a través del conflicto identitario, en todos sus matices, si bien aquí la directora, Yasemin Samdereli, se decanta, como ya nos tiene acostumbrados (pensemos en la comedia Alles Getürkt y en la exitosa serie de televisión Turkish For Beginners), por un tono ligero bañado de calor humano que conmueve por su simplicidad.

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No es que el guion sea simplista; más bien todo lo contrario –Yasemin escribió 50 versiones para su hermana Nesrin antes de dar con la definitiva–. La búsqueda de identidad de los turcos-alemanes de segunda o tercera generación es el punto de partida en Almanya: el pequeño Cenk ve en clase la solitaria chincheta que marca sus orígenes clavada en Anatolia, fuera del plano de Europa, símbolo del rechazo que padece por ejemplo en los deportes, tanto por parte del equipo turco como del equipo alemán. Por ello, su prima, sufridora de los mismos agobios, procede a contarle la epopeya familiar que los ha llevado a Alemania. Al mismo tiempo, el abuelo, principio y base de todo, naturalizado alemán poco tiempo atrás (e invitado por Angela Merkel a una ceremonia de agradecimiento a los trabajadores turcos invitados a Alemania a partir de 1961), decide (cabría pensar que de manera paradójica) llevar a toda la familia al país centroeuropeo, en donde acaba de comprar una casa. La película se alza a partir de una serie de cruces entre las dos comarcas y la multiplicidad de niveles narrativos (la gran Historia, la pequeña historia y las fábulas, todas diferentes, que ha inventado cada miembro de la familia), así como de un conjunto de clichés tan chistosos que se presentan tal cual en la cinta: la obra empieza, así, con una serie de fotos de familia, de cliché a más no poder, acompañadas de un comentario que sugiere de golpe esa subjetividad permanente.

Las hermanas Samdereli oponen con tanta habilidad las fuerzas del maniqueísmo que la risa sale sola al desplegar ciertos motivos (los perros o los libros, por ejemplo; los baños, turcos o no) o el galimatías que pronuncian los alemanes (a la manera de Chaplin en El gran dictador) a los oídos de los extranjeros recién llegados. La película, mientras tanto, avanza entre el júbilo y el buen humor (tintado de nostalgia al final) de la mano de la figura del abuelo, hacia una completa reconciliación. Almanya se erige así en un fruto colorado nacido de una amalgama única que esconde bajo mucha alegría un mensaje emocionante y profundo.

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(Traducción del francés)

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