15/05/2011

Segunda película este año en Cannes sobre el tema del tumor cerebral tras la emocionante La guerre est déclarée [+lee también:
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ficha de la película]: Stopped On Track [+lee también:
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ficha de la película], de Andreas Dresen, aborda esta problemática desde un punto de vista totalmente diferente, directo y despiadado, narrando los últimos meses de vida de un hombre condenado a muerte por la medicina. Implacable desde el punto de vista formal y capaz de no dejar a ningún espectador indiferente, la película ha sido presentada hoy en Un Certain Regard del 64° Festival de Cannes, sección en la cual en 2008 el director alemán obtuvo el Premio del jurado por En el séptimo cielo [+lee también:
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La escena inicial de la película muestra a Michel (Milan Peschel), quien se entera, acompañado por su mujer Simone (Steffi Kühnert), de que padece un tumor cerebral inoperable. El tono sumamente realista, dramático y clínico de Stopped On Track no dejará ninguna escapatoria posible al espectador, al cual no se le ahorrará la degradación física y mental como una prolongación del consejo inicial del médico sobre cómo Michel y Simone podrían explicar la situación a sus dos hijos, de ocho y catorce años de edad respectivamente: "soportamos más fácilmente lo que queremos saber".

El estado de shock y la angustia aterradora ante la idea de una muerte inminente, la violencia de los efectos secundarios de la radioterapia y de la quimioterapia, la pérdida progresiva de la movilidad física, de la memoria y de la lucidez, los cuidados psicológicos y alternativos y los puramente médicos: el espectador asiste detalladamente a todas las etapas de la muerte día tras día, hasta el último suspiro. Michel no es un héroe, ni un cobarde, sino un hombre como los demás que teme a la muerte; un miedo que afrontará mal que bien, en su casa, junto a su mujer y sus hijos.

Detrás de la pesada atmósfera que acompaña fatalmente toda la película, surge un segundo tema: el de la familia que vive y participa en este calvario, intentando aceptar sin hacerse falsas ilusiones, soportando por la fuerza del amor y el sentido de la responsabilidad lo que se asemeja a veces a una tortura psicológica y una esclavitud constante (crisis agudas de agresividad por parte de Michel, ausencias mentales desestabilizadoras, síntomas de un cuerpo que se deteriora, los cuidados y el consuelo que se le brindan). Aunque cada uno de los tres personajes que rodean a Michel reacciona a su manera y de acuerdo a su edad (la madre se dedica con devoción a su marido, la hija adolescente a veces se siente trastornada, el hijo tiene la presencia más dulce y simplemente observa), aprenderán juntos, y el espectador con ellos, cómo trabaja la mecánica de la muerte e interiormente recibirán una lección de vida.

Stopped On Track es conmovedora y en ocasiones muy dura, pero mantiene pendiente al espectador. Está construida en base a tres estaciones, verano, otoño e invierno, y se desarrolla casi exclusivamente en el decorado de una casa que de campo. Las contadas salidas son la concesión del director para que el público respire un poco visualmente, en una narración donde el objetivo final vuelve la atmósfera muy densa. Sin abandonar el principio de veracidad (que a menuda roza la incitación al suicidio), Andreas Dresen aporta, no obstante, algunos (raros) cambios de ritmo y algún momento de (relativo) optimismo (dos canciones que Michel toca con la guitarra eléctrica, por ejemplo). El director presenta una puesta en escena muy elaborada bajo un estilo aparentemente sencillo y tranquilo, con diferentes pasajes, una especie de diario íntimo de Michel que se filma con su teléfono móvil. Al evitar añadir demasiado dolor a un tema ya de por sí sobrecargado, Dresen confirma, después de En el séptimo cielo y su visión de la sexualidad de la tercera edad, ser un autor que no teme enfrentarse a temas difíciles.

(Traducción del francés)