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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Play

por 

- Delincuencia, racismo e integración en Europa son los ejes de esta inteligente película sueca, descubierta en Cannes y finalista del Premio LUX 2011.

Un tema explosivo en un sobre abierto a todas las interpretaciones posibles: Play [+lee también:
tráiler
entrevista: Ruben Östlund
entrevista: Ruben Ostlund
ficha de la película
]
, del sueco Ruben Ostlund, ha dejado estupefacto y reflexivo al público de la Quincena de los realizadores del 64º Festival de Cannes con esta demostración de peculiar inteligencia y estilo bien definido para abordar asuntos más que delicados (y muy actuales) sobre la delincuencia, el racismo y la integración en Europa.

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Play, inspirada en hechos reales acontecidos en Gotemburgo entre 2006 y 2008, presenta, con detalle y cura, un episodio de extorsión entre adolescentes. El nudo gordiano de la narración, sin embargo, es el hecho que los cinco delincuentes son negros y sus víctimas, dos blancos y uno de sus compañeros, de origen asiático. ¿El proceso? Una estrategia que mezcla la estafa («enséñame tu móvil; robaron a mi hermano el mismo la semana pasada») y la intimidación psicológica (inquietantes seguimientos en el tranvía y en la calle, discusiones que alternan la virulencia y la pseudocomplicidad que terminan en un lugar aislado donde se termina el asunto), líderes y seguidores, juegos de roles («yo hago de policía bueno, tú eres el malo») y la risa permanente de los miembros de una banda aparentemente unida.

En cuanto a las víctimas, se ven dominadas por el pánico: mandan mensajes de socorro a los padres siempre por sms, piden ayuda a adultos que no quieren molestar a la policía o prefieren mirar para otro lado, discuten, no muestran solidaridad y, para terminar, cuando todo ha acabado, se recibe una multa y una lección de moral por no tener el billete de transporte (todo lo robaron). Las cosas de valor y las marcas (Iphone, MP3, jean Diesel...) han cambiado de manos tras un pequeño juego en el que las víctimas son acorraladas y obligadas a dar sus pertenencias por su propia voluntad. Las reglas sociales que les han inculcado no funcionan en absoluto con esta banda sin escrúpulos que se divierte a su costa («¡es tu culpa! ¿cómo se te ocurre enseñar un teléfono así a cinco negros? Un crío de tres años lo sabría hacer mejor que tú»).

Una sociedad desarmada, sin apoyos de cara a un nuevo fenómeno para el que todo tiene que volver a escribirse y aprenderse: ese es uno de los numerosos mensajes que envía Ruben Ostlund, quien, más allá del aspecto de delincuencia que cubre la superficie, se plantea a un nivel más profundo el tema de la integración. ¿Quiénes son los niños de Suecia actualmente? ¿Tan distintos son? ¿Qué hacen sus padres y los adultos en general? Importantes cuestiones sociales en las que el dinero y el consumo desempeñan un papel esencial y que otorgan de una pasión a caballo entre la enfermedad y la diversión a una obra muy realista, intrigante y dotada de un cierto suspense a pesar de su ritmo calmo. Entrecortada por pequeñas escenas cotidianas (trenes, centros comerciales, oficinas…), Play es también una demostración magnífica de panorámicas y del trabajo con el fuera de campo como un símbolo de una sociedad centrada en el funcionamiento habitual y tranquilo, al tiempo que se produce una rápida mutación en toda regla entre bastidores invisibles. Ruben Ostlund toma parte en esta conmoción volviendo la espalda a lo «políticamente correcto» sin ningún angelismo ni intención demoníaca, abriendo múltiples caminos a la reflexión y a la complejidad bajo la realidad de un simple (y simplificado) suceso de la crónica cotidiana.

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(Traducción del francés)

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