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LOCARNO 2012 Premios

Jean-Claude Brisseau gana el Leopardo de oro

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- El polémico director francés se alza por sorpresa con el máximo galardón de la 65ª edición del festival de Locarno con La fille de nulle part

El cine francés no había coronado el palmarés del festival de cine de Locarno desde que en 1999 conquistase su máximo galardón Peau d’homme cœur de bête, de Hélène Angel. El año pasado parecía imposible que no acabase la maldición: cuatro producciones galas habían sido seleccionadas en competición. Sin embargo, el jurado terminó optando por una coproducción entre Suiza y Argentina con un título tan deliciosamente evalescente como Abrir puertas y ventanas [+lee también:
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Ironías del destino: gracias a un enfant terrible como Jean-Claude Brisseau, Francia vuelve a agarrar el Leopardo de oro. De la mano del hijo pródigo del cine tailandés, Apichatpong Weerasethakul, el jurado de la 65ª edición “del más pequeño de los grandes festivales” ha encumbrado a La fille de nulle part [+lee también:
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: una película rodada con dos duros que ha dividido a la crítica desde su presentación en la competición internacional.

Dada la excepcional representación del cine independiente estadounidense tanto en las secciones competitivas como en la serie de proyecciones en la Piazza Grande, no sorprendió que encontrar entre las ganadoras a Somebody Up There Likes Me, de Bob Byington: una comedia estrafalaria e inofensiva que se alzó con el premio especial del jurado. Visto lo visto, no está nada mal la recompensa.

Completa el podio de triunfadoras en Locarno la coproducción entre China y Corea titulada Wo hai you hua yao shuo, ganadora tanto del Leopardo al mejor director (para Ying Liang) como del premio a la mejor actriz (para An Nai). El Leopardo al mejor actor fue para el austriaco Walter Saabel, protagonista de Der Glanz des Tages, de Tizza Covi y Rainer Frimmel.

El público festivalero de Locarno habrá podido confeccionar otro palmarés a su gusto: el de los grandes momentos del certamen, la mayoría de los cuales transcurrieron en la Piazza Grande. Si hubiésemos de destacar uno solo, recordaríamos el discurso tan hermoso como largo (¡casi veinte minutos!) de Harry Belafonte después de que Olivier Père, director del festival, le entregase el Leopardo de honor en reconocimiento a toda su trayectoria profesional. Belafonte no solo hizo gala de una mayor elegancia que Alain Delon y fue más prolijo que Leos Carax, profesionales del séptimo arte que también vieron reconocido su trabajo, sino que ofreció a las orillas del Lago Mayor lo que cabe esperar de estos acontecimientos: un cúmulo de emociones seguido de una explosión de júbilo.

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(Traducción del francés)

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