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COMPETICIÓN Cannes 2013

Jimmy P.: “Espíritu, ¿hacia dónde te diriges?”

por 

- Arnaud Desplechin amplía sus horizontes con una película elegante y apacible protagonizada por unos magníficos Benicio del Toro y Mathieu Amalric

Era inevitable que el cine extremadamente psicoanalítico de Arnaud Desplechin llegara un día al corazón de la cuestión del dolor y del desequilibrio que planea sobre toda su filmografía. Ese día ha llegado: Jimmy P. (Psychothérapie d’un Indien des Plaines [+lee también:
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 - Psychotherapy of a Plains Indian), presentada hoy a concurso en el 66° festival de Cannes, vuelve a los orígenes del enfrentamiento y la cura del alma a través de un cara a cara, en 1948 en un hospital de Kansas, entre un indio de los pies negros y un pionero de la etnopsiquiatría llamado Georges Devereux.

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Los personajes, interpretados con el talento y el carisma con que nos tienen acostumbrados Benicio del Toro y Mathieu Amalric, llevan al director francés a territorio desconocido desde un punto de vista cultural (Estados Unidos, lengua inglesa) y en lo que respecta al fondo de un mensaje que preconiza un apaciguamiento que se encuentra muy lejos de la relativa negrura cruel que caracterizó sus anteriores trabajos. Los ecos de esta calma se traducen en una elegancia refinada de la puesta en escena y un ritmo apacible que, a pesar de contar con muchos diálogos dado el tema que aborda, nunca cae en la lección terapéutica. Desplechin se concentra en la sencillez de la relación entre paciente y doctor que se instaura entre dos individuos provenientes de sendas minorías (un indio despreciado por el hombre blanco y un rumano reconvertido en francés cuyas teorías vanguardistas no casan con las convenciones de sus compañeros de profesión). Así, se esbozan en cierto modo las cicatrices del alma y la necesidad de dejar atrás el pasado: una receta que el propio director experimenta consigo mismo en Jimmy P., pues la cinta constituye un soplo de aire fresco en su cine, tan cercano al sofoco. Símbolo de este total cambio de enfoque es que el mismo Mathieu Amalric que hizo de loco en Reyes y reina [+lee también:
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 (2004) cambia de lado en el espejo y encarna aquí al psicoanalista.

Georges Devereux, un tipo excéntrico apasionado por las culturas amerindias, conoce a James Picard en el Winter Hospital de Topeka. El director del centro lo hizo llamar para ayudar a resolver el espinoso caso de trauma psíquico de Jimmy, un miembro de la comunidad de pies negros que combatió en Francia para el ejército estadounidense. Jimmy, que está divorciado y jamás se ha ocupado de una hija de trece años que tuvo con otra mujer, padece terribles jaquecas, desvanecimientos y crisis de ansiedad. Al cabo de toda una serie de pruebas, el diagnóstico es que se encuentra en perfecto estado de salud psíquica. Jimmy se refugia en el consumo de alcohol en su habitación del hospital hasta que llega Devereux. Con el paso de las consultas, una al día, los dos hombres crean un vínculo y comparten sueños, secretos y miedos. Las mentiras de la vida de Jimmy saldrán a la superficie, se compartirán, se valorarán, se desmenuzarán. Esta inmersión en su interpretación a cargo de “dos hombres de buena voluntad que van en busca de un sentido común” abrirá la senda de la cura.

Bajo un discreto rigor para con el cine de época, Arnaud Desplechin evoca sin insistir en ello el tema del racismo contra los indios, presentado desde un primer momento como una parte del contexto más que como un asunto específico, concentrándose así en el paralelismo entre estos dos protagonistas que profundizan en sí mismos juntos y en solitario, cada uno a su manera: Jimmy, en sus padecimientos nocturnos y su encierro tras los barrotes del hospital; Devereux, en sus noches de escritura y desenmascaramiento científico de la experiencia. El director mezcla hábilmente flashbacks de la vida de Jimmy y pesadillas reconstruidas con sobriedad para hacer avanzar la narración a ritmo de análisis (sin evitar el conflicto), creando un espacio equivalente a esta vida privada para Devereux con la visita (y la estancia) de la seductora Madeleine (Gina McKee). Este equilibrio también es el fin de las secuencias de exteriores con las que también el espectador sale de la sala de consultas. Con un manejo magistral de la forma y dos actores de altísimo nivel, Desplechin abre para sí con Jimmy P. - Psychothérapie d’un Indien des Plaines nuevos horizontes, más serenos: una nueva frontera cuyos contornos todavía no conoce perfectamente, pero a la que, tal vez, el Gran Espíritu indio lo acompañe.

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(Traducción del francés)

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