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CANNES 2013 Competición

Only God Forgives: el corazón sangriento de Bangkok

por 

- El director de Drive vuelve a la Croisette con una película alucinante, poética y violenta que desconcertará a su nuevo público y satisfará a los amantes de su cine

El director danés Nicolas Winding Refn acude a la Croisette por segundo año consecutivo después de haber sido nombrado el año pasado mejor director por Drive. Only God Forgives [+lee también:
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, su segunda colaboración con Ryan Gosling, es un proyecto que habría requerido un tiempo de gestación mayor. Cuando Wild Bunch y Gaumont se subieron al carro de esta producción iniciada por la productora que fundaron Lene Borglum y el propio Refn (Space Rocket Nation), el proyecto no era más que una película de lucha “fácil de vender”. Tras la explosión mediática de Drive, Refn se sumerge de nuevo en su escritura y en la mística nocturna de Bangkok. La historia avanza, se desnuda y la geometría del film toma forma. Lo anguloso de sus encuadres, así como la violencia más áspera y palpable, alcanza su punt álgido en un final a caballo entre lo lyncheano (Carretera perdida, Twin Peaks, Mulholland Drive) y melvilleano (El silencio de un hombre). Only God Forgives es menos convencional que la obra anterior de Refn; sus ejercicios de estilo guardan más relación con Valhalla Rising [+lee también:
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o Pusher, sin que ello constituya un paso atrás en una de las filmografías más impresionantes del cine europeo contemporáneo. 

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La historia es minimalista. Billy (Tom Burke) regenta un club de boxeo en Bangkok con sus hermanos que, en realidad, es una tapadera para el tráfico de droga de la familia. Una noche, lo asesinan salvajemente después de haber apaleado hasta la muerte a una prostituta. Su hermano Julian (Ryan Gosling) deberá entonces enfrentarse a su madre (una Kristin Scott Thomas gélida), venida desde Estados Unidos para repatriar el cuerpo de su hijo y asegurarse de que se hace una venganza acorde con su nombre. Julian tendrá que enfrentarse a un peculiar justiciero con conexiones en la policía local y cuya misión casi sagrada es la de erradicar a toda la familia de traficantes de Estados Unidos. 

Al igual que sus personajes, que se desplazan lentamente a lo largo de trayectorias rectas, Refn pone la cámara sobre raíles para viajar al ralentí hasta las profundidades del infierno: un territorio en el que habita el hechizo de la banda original de Cliff Martínez, que, como siempre, casa perfectamente con la imagen. Bangkok enciende la luz roja e ilumina los rostros y alterna con el azul, el naranja o el verde en función de los matices. Sin duda, la puesta en escena habla por encima de los personajes. Gosling es un modelo de hermetismo encerrado película tras película en un arquetipo, como un espejo occidental de su perfecta némesis asiática, interpretada por el actor tailandés Vithaya Pansringarm. Solo Kristin Scott Thomas destaca gracias a unos diálogos que afilan el hielo de que está hecha la estructura emocional de esta madre, tan original como poderosa. Esta diosa negra, sin embargo, no está a salvo del auténtico ángel exterminador al que, probablemente, hace referencia el título de la película (lit.: Solo Dios perdona).

Ni Refn ni Gosling han emprendido un camino fácil con esta película de autor tan poco clara y mainstream. La dedicatoria final a Alejandro Jodorowsky clausura una reflexión poética habitada sobre todo por lo invisible. Refn reivindica una de las enseñanzas de su maestro espiritual franco-chileno: ser fiel al deseo de uno hasta que todo se arregle por sí solo. A partir de un modelo comercial fácil de promocionar, Only God Forgives se erige en obra radical y de difícil acceso, que atestigua una aceptación de un mundo mágico con una entidad igual de firme que el mundo real. Una de dos: o Refn trató de filmar la mística a través del realismo, o abordó la realidad con un punto de vista metafórico. El espectador tiene la última palabra. 

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(Traducción del francés)

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